Con piel de canela

martes, 28 de abril de 2009

No importa si es la primera o última vez: tomarte de las caderas y la espalda es siempre un deleite. Con la palma de mi mano te recorro lentamente, sobre la ropa o sobre la piel, sintiendo tu figura que jamás he de olvidar. Un curvilíneo trayecto que recorren mis manos desde tu cadera a tu cuello o viceversa. Tomarte de esta manera y traer tu cuerpo hacia mí con tu aliento como mi guía en el invisible camino del abismo que separa nuestros labios. Cinco centímetros es un universo pues tus labios, carnosos, suaves, húmedos y listos para ser besados, me llaman como los míos imploran posarse en los tuyos.

Te observo como quien observa lo adorado a pocos centímetros. Mi cuerpo presionado con el tuyo, sintiendo el terciopelo de tu piel –pero más importante es el calor despedido por tu piel, ese calor que cobija mi alma. Darte la vuelta y tener tu espalda contra mi pecho. Todo tu cuerpo contra el mío y mi cabeza jugando por tu cuello y tu cabeza. Besos fugaces esparcidos por doquier.
Mis manos no dejan de jugar por tu vientre, por tus pechos, tus muslos. Sentir tu espalda baja presionada contra mi vientre. Mis manos se desplazan con lentitud y viajan en direcciones opuestas. Una en tu cara acariciando tus ojos y tus labios mientras la otra se encuentra en tus muslos, tu sexo, tu vientre. A medida que una baja la otra sube. Si estoy en tu cuello ayudándome a abrir camino donde plantar mis besos, la otra se encuentra en tu cadera o en tus pechos, atrayéndote hacia mí para evitar tu escape. A la mitad del camino se encuentran y bailan un tango en tu piel. Giran, se ayudan y revolotean en tus pechos, en tu vientre y usan tu cuerpo entero como una pista de baile. Después de unos minutos de baile siguen su rumbo y la que antes estaba en tus pechos baja al vientre y la del vientre sube a los pechos y vuelven a recorrer tu cuerpo como la otra mano lo ha hecho.

Tus labios buscan los míos, tu respiración entre cortada te hace girar. En tus ancas sientes mi sexo aprisionado. Al girar sientes como lo recorre –yo también lo siento- y frente a frente, cuerpo a cuerpo, tus pechos contra mi seno, mi vientre contra tu vientre y el calor de nuestros sexos volviéndose uno, todavía sin contacto, sentimos el palpitar el uno del otro. Tu beso finalmente se posa sobre mis labios; mis manos sobre tus caderas y tu espalda. Las piernas temblorosas ansiosas por ceder. Mi ser insistente en querer recorrer todo tu cuerpo. Con un ligero empujón, terminamos en la cama, yo encima de ti. Te veo a los ojos y tienes esa mirada soñadora.

Ahora son mis labios quienes deciden explorar. Besan tu cara, tu nariz, tu cuello tus labios. Viajan por el valle de tu pecho entre tus senos y los escalan lentamente. En la cima se posan y juegan. Mi boca entera juega con ellos. Cada relieve de tus obscuros pezones lo siento entre mis labios y bajo la lengua. Entre tus pechos hay un lunar que me gusta besar antes de seguir mi camino hacia tu vientre y es el punto de partida. Entre él y tu ombligo hay una línea recta que sigo. Mis manos exploran tus piernas mientras mis labios llegan y se dedican a saborear el dulce sabor de tu piel. Tus caderas, tus muslos, tu entre pierna y ese olor que me deleita de tus labios me hacen perder la noción del tiempo. Los beso con delicadeza. Ásperos, húmedos y con un embriagante sabor, no se resisten y dejan al descubierto todos sus secretos. Mis labios los besan, mi lengua los saborea y mis manos les dan el movimiento que no tienen. Tu vientre no sabe si tensarse o relajarse y siento tus manos sobre el colchón, ansiosas e indecisas sobre donde posarse de una buena vez. Entre tus piernas hay besos perdidos en tus muslos. Pero el mejor beso se lo dan nuestros labios. Tú olorosa y yo embriagado por ti.

Volteo a ver tus ojos y tu mirada me reclama ir a tu encuentro. Me arrastro hacia ti, mi piel frotándose contra la tuya, mis piernas enredándose con las tuya mientras nuestros vientres embonan y mi sexo se encuentra con el tuyo. Conjugamos los labios cerramos los ojos. Tu mano toma mi pene y lo aprisiona entre tus labios. Sin penetrar, liberas tus piernas de las mías y me aprisionas entre tus muslos y tu sexo, compartiendo humedades y el calor. Esta es una de nuestras tantas variaciones de aquél juego donde jugamos a tener sexo antes de sentir la gloria de ser uno mismo. Un juego rítmico, donde me sientes como si fuera a entrar y donde siento como si quisieras que entrara, pero ninguno de los dos se anima.

Podemos durar varios minutos, placenteros, gimiendo entre besos y abrazos antes de sentir esa hermosa sensación de entrar a tu ser. Sentirte cálida y suave en el interior de tu vientre. Tu cuerpo estremecido con el mío. Esa sensación de estar encerrado y libre a la vez. Nuestro exterior moviéndose al mismo ritmo del interior. Escuchar nuestras respiraciones y como se agitan. Sentir nuestras pieles rozarse suavemente una contra la otra. Te abrazo y nos acurrucamos el uno contra el otro. Tus piernas abrazan mi cadera y me presionan contra tu pubis. El cuerpo entero se vuelve más sensible, más torpe. Cambiamos de posición un sinfín de veces. Cada poro de nuestros cuerpos quiere conocer a los del otro mientras compartimos cuerpo. Mi alma en tu cuerpo y mi cuerpo con tu alma. En esos momentos somos uno entre sudor y jadeos. Tu cara tiene aquella expresión que me hace sentirte mejor y me indica que hacer. Leo en tus gestos tus gustos y sigo tus indicaciones mudas. Mi pelvis gira un ritmo seguido por tus caderas y de la nada, nos encontramos bailando. Es un baile desenfrenado cuya existencia nos acerca cada vez más a la culminación. Sube el tempo, y los jadeos hacen la música.

Llega el momento y nuestros cuerpos se estremecen. Nos abrazamos con tal fuerza y no sabemos de quién es cada convulsión. El sudor se mezcla y nuestros olores también. Estar dentro de ti se vuelve más cálido y mantenerse así es todo un placer. En tu prisión suave me quedo por varios minutos mientras siento nuestras respiraciones intentar cobrar su ritmo original. Te beso, me besas. Intercambiamos palabras amorosas incitantes a abrazarnos más fuerte. Es el más bello de los rituales.

Nos quedamos abrazados por un tiempo, viendo la arropadora obscuridad, hasta el momento de decidir volver a empezar.

9 comentarios:

Borchácalas dijo...

Perdonen el post kilométrico. aun así me faltaron cosas por contar.



Unknown dijo...

checa los finales...

http://grimreaper666.blogspot.com/2006/07/mi-musa-2a-parte.html



Xellif dijo...

confieso que leí solo dos o tres parrafos de tu relato, pero es que está harto largo, juro que un día con mas ganas lo leere todo y dejaré un comentario de verdad



Mme Louise Peters dijo...

Huevito de mi vida no mms!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! yo si lo lei completo y la vdd me parecio pkm!!!!!!!! waaaaaaaaprometo chekrte todos los martes



ge zeta dijo...

No manches! 'Uff, qué calor, jijiji!

Pa' mí hasta se me hizo corto. Me encanta porque la lectura envuelve y es muy descriptiva sí que sí.

¡Felicidades!



Manguito dijo...

AAAAY gaycolectivooo esta hot! súper hot !!!!! :P



Elba Irene Vega Fregoso. dijo...

Aaaah! Jajaja...hasta se me hacian chiquitos los ojos para leer! Hubieras visto lo pelones que los tenía! :P



Xellif dijo...

ahora si ya lo leí y me gusto mucho, ayer si no andaba como en mood lector, jeje, pero hoy si, super hot

saludos



csg dijo...

tan corto el placer y tan largo el olvido, no se dedique a añorar lo no perdido jejeje... bello post, me puso la piel chinita, hay cosas que no se pueden decir y hacer por computadoras jeje