De como no me considero un hombre

Esta semana nos han dicho: -hablad sobre el caso hipotético de ser homosexual. Al menos eso me dijeron a mí por ser heterosexual. He de confesarles la dificultad de este tema dado un caso en específico. Yo no me siento hombre. Tampoco mujer. La sociedad clasificaría mi nivel de sensibilidad, actitudes, características y modo de ser en un nivel demasiado femenino para un hombre, pero demasiado masculinos para una mujer. Sin embargo, este asunto no es lo dificultoso. La dificultad comienza cuando uno se sabe fuera del estereotipo de hombre. Soy de sexo masculino, pero no me considero hombre –mi hermano avalará esta diferenciación.

Soy heterosexual por una simple explicación –las gracias van nuevamente a la Muerte que escribe, por cierto-: soy de sexo masculino y solamente encuentro excitación sexual en gente del sexo opuesto. Si yo fuera gay, el único cambio perceptible a mi parecer sería el hecho de que mi excitación sexual sería provocada por gente de mi propio sexo.

He de confesar que no soy la persona indicada a explicar esta compleja situación de sexualidad y roles de género –aunque debería poder y saber a ciencia cierta. Pero puedo ejemplificar lo que no sé a ciencia cierta con mi historia.

A mí me excitan las mujeres de sexo femenino –persona con vagina y cuyo rol de género es el de mujer como lo percibe la sociedad. Sin embargo, a mí no me gusta llevar el rol de hombre. Es algo no nato en mí. Prefiero relacionarme con gente del sexo opuesto y me encantaría usar falda. Soy fanático de ver gente de cualquier sexo y escoger los que me son estéticamente atractivos. Odio los comentarios de superioridad sexual tales como “las mujeres son superiores” o “los bugas son una bola de reprimidos” y sobre todo “la viejas están hechas para coger”. En contra de lo dictado por la sociedad, no me veo como proveedor en un hogar. No llevo el rol de mujer, pero me identifico mejor.

Si yo fuera homosexual, no creo que algo de esto cambiara. La manera de desempeñarnos en sociedad la elegimos nosotros, y está muy ligada a nuestra sexualidad. Sin embargo, nuestra preferencia sexual no nos define completamente en nuestros roles de género.