La puerta del antro estaba llena, pero llegue mostrando la muñeca con el pase VIP, me enfundé en mi máscara y entré sonriendo. Iba solo, por lo general soy tímido pero esa noche algo me había dado valor, -tal vez la máscara- pensé.
Cuando pasé las cortinas, había por lo menos un ciento de mujeres hermosas, con vestidos altamente sugestivos y olía al perfume de varias con una mezcla de tabaco y alcohol. Las luces eran tenues pero rojas, la música era suave pero con un bajeo impresionante. Se me enchinó la piel y antes de dirigirme a la barra, quise conocer el lugar y ¿porqué no?... checar posibles víctimas. No me reconocía, jamás había ido sólo a un antro, muchos menos con mood de ligar, pero jamás había deseado tanto a tantas mujeres a la vez, era impresionante.
Después de ir por un coctel, que tenía un color azuloso y sabor a menta, me senté en una de las pocas mesas solas, en el centro del lugar, con vista hacia la puerta de entrada. Y después de un rato de sonreír y buscar mujeres tras la máscara, fije mi vista en la puerta por un par de minutos, por inercia voltee hacia el reloj que marcaba la 1 en punto. Al regresar la vista, no podía creer lo que veía... comencé en su abdomen plano y semi descubierto por el escote que llegaba hasta el ombligo del vestido de satin negro, bajé mi vista y vi dos perfecciones convertidas en piernas bronceadas y brillantes, volví hacia arriba y el par de pechos caían exactos cubiertos por el vestido, la boca era para mi una fuente inmensa de placer. La máscara era negra con brillos y el cabello era largo y estaba agitado por el viento, de un negro intenso. Tras los brillos de la máscara, habían dos joyas verdes que coronaban todo.
En ese mismo instante me paré, me paré frente a ella y me dijo:
-Te veo en el VIP- mientras me enseñaba su muñeca en la cual brillaba el brazalete.
No podía creerlo, la seguí, no sin antes regresar a mi mesa y darle fondo al coctel que había pedido minutos antes. Me acicale, frote mis manos y me sonreí, esta noche era mía...
El cuarto privado era increíble. Había luces neón moradas en el suelo y las paredes eran negras arriba, en una plataforma había un sillón en U con una pequeña mesa en el centro. Alrededor de la plataforma, más sillones. Habian tres parejas, pero la mesa del centro estaba ocupada por esa belleza. Me senté a su lado y pidió dos dry martini. Entre el volumen de la música, la obscuridad y las máscaras no se podía establecer una conversación así que decidí conversar de otra forma...
Me acerqué hacia su oído y le susurré -Shhhhhh...-
La tomé de la cintura y la subí a la mesa, sus tacones encajaron en el sillón y ahí la tenía, a punto de saciar mi sed en su boca. Agitó su cabello y yo ya no podía ocultar lo que sentía. Miró hacia abajo, sonrió y se mordió un labio. No pude más. Así sin conocer siquiera su nombre, comencé a besarle como si no hubiera siquiera presente. Bajé a su cuello y mordí con fuerza cada centímetro de su cuerpo con sus gemidos de fondo. Me separé un poco para darle un trago al martini, sonrió y regrese a morder. Su vestido era hermoso pero decidí que se vería mejor sin él. Así que tiré de los hombros y me deshice de él. El par de pechos era impresionante, dejé todo mi aliento cálido en ellos...
Cuando regresé en mi, mi camisa estaba desabotonada y mis horas de gimnasio junto con el sudor brillaban a la luz morada. Ella pasaba sus manos por mi pecho y tiró de la camisa. Ahora ella actuaría. Me empujó y caí sentado... ella se sentó sobre mi. Pude sentirla y me besaba tirando de mi cabello y mis manos subían y bajaban de su cintura hacia sus nalgas, subían de nuevo hacia su espalda y después a su par de deliciosos senos. Comenzó a bajar y cuando menos lo supe, tenía sus manos en mi cinturón. No podía creerlo, descubrió todo y me miró a los ojos tras la mascara, sonrió y de nuevo se mordió los carnosos labios. Yo cerré los ojos y sentía su boca en mi pene, era una sensación deliciosa y sin duda ella sabía como hacerlo, iba lento, con la música, yo estaba perdido, respiraba agitado, y mis puños estaban apretados al igual que mis dientes. No podía contenerme más así que la levanté y me dejé correr explotando como nunca...
-Hazme tuyaa...- Me susurró y otra vez la tomé de la cintura y la senté en el respaldo del sillón, con las piernas abiertas y su deliciosa tanga negra fue bajando por sus hermosas piernas. Antes, me arrodillé ante ella y comencé a pasar mi lengua por su abdomen, bajé hasta su sexo... era delicioso. Cuando estaba a punto de estallar, la llené de mi y sentía como disfrutaba, realmente podía sentirlo entrar y salir, iba al compás de su respiración, pero hubo un momento en que paró me miró a los ojos y estalló.......
Se acercó a mi oreja y susurró... -Hola, soy Alex-
-Luis... Luis... ¡Luis!- escuché la voz de mi psicólogo.
-Perdón, ¿Qué pasa?- me desperté sobresaltado y sentí su mano en mi hombro.
-Luis que pasó, estabas comentándome sobre un sueño que tuviste, pero, te quedaste dormido o entraste en un trance, ¿estás bien?-
-Si, perdone doctor, no se qué me pasó-
Después de un rato más de terapia y de hablar de mas y mas problemas, tenía que regresar a la casa así que me despedí y el me dió la factura. Cuando disponía a salir del consultorio me preguntó:
-Oye... Luis... ¿Quién era Alex?-
**Este relato es el final de una historia de Octavo Capítulo. Para leer los capítulos anteriores clic aquí.