Sábado a mediodía. Afuera, la ciudad transcurre con la rutina de un fin de semana más. Adentro, el espejo de una habitación cualquiera de un lugar cualquiera refleja dos cuerpos. Dos personas, dos perfectos cabrones, dos mundos opuestos y con pocas similitudes que, sin embargo, han decidido en ese momento darse el todo por el todo. No son neófitos, cada uno sabe lo que hace con el otro. Con un largo camino recorrido en esto de las artes amatorias, cada quien pone de sí para no dejarse aventajar por el semejante. La temperatura se eleva, el sudor corre. Las manos suben y bajan, entran y salen, en una labor ardua y ansiosa de reconocimiento del terreno, de encontrar el punto exacto en el cual doblegar al otro y hacerlo pedir más. Los dedos se entrelazan, las manos estrujan, los brazos rodean, las lenguas se encuentran, exploran cada rincón buscando respuesta en forma de un suspiro, un quejido leve o un gemido profundo. Los labios se funden en un beso. Los besos se vuelven peregrinos. Recorriendo geografías corporales bajan por el torso, se entretienen en la curva de la espalda y hallan al fin destino entre las piernas del contrario. Los cuerpos se admiran, se desean, se dicen cosas al oído. A sabiendas de que hay condicionantes.
“Soy tuyo aquí y ahora” fue lo que Número 1 dijo desde un principio. Número 2 dijo aceptar los términos. En el fondo, muy a su pesar. Pero ¿para qué se hace el tonto? Ya sabía que a eso iba, y que de eso no pasaría. Así que ¿por qué esa sensación de tristeza? Número 2 está siendo muy ingenuo…y muy inmaduro. Al final, acepta la situación. Después de todo, si es “aquí y ahora” hay que hacer que valga la pena. Y Número 2 se esmera. Número 1 se abandona a las sensaciones que éste le provoca. Que son muchas. E intensas. Los movimientos se tornan más urgentes, menos controlados. La habitación se llena de murmullos, quejidos, suspiros, resuellos, gemidos. Las caderas van y vienen. Arriba, de lado, de frente, de rodillas, de espaldas. Ambos se entregan sin reservas. Los cuerpos se embisten, sus dueños se sorprenden mutuamente de lo que son capaces de hacer. Y entonces ocurre. Número 1 estalla en un orgasmo intenso, incluso espasmódico. Número 2 hace lo propio. Ambos se desploman, exhaustos. Pero satisfechos.
Número 1 tiene que irse. Hay alguien más que lo espera. Con quien comparte sus días y la mayor parte de las noches. Se viste casi de inmediato. Un breve abrazo de despedida y un hasta pronto. Y se va…..Número 2 se queda, en medio de una apacible tristeza, tonta nostalgia anticipada. Sonríe levemente para sí. Gira la cabeza hacia la almohada contigua, ahora vacía. Uno más…¿o es acaso uno menos??
Es muy probable que nunca vuelvan a verse. Al menos no en persona. Al menos no tan cercanamente. Sin embargo, cabe la ligera posibilidad (sí, muy ligera), de que cada quien se cruce por los pensamientos del otro. Aunque sea de forma fugaz. Y que ese sábado a mediodía en una habitación cualquiera de un lugar cualquiera sea recordado. Y que ese recuerdo trascienda lo momentáneo y lo intangible. Tal vez, sí. Sólo tal vez..
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Fe de erratas: El nombre es NOÉ
13 comentarios:
Anónimo dijo...
que hueva.
6 de enero de 2010, 17:06
Shulix dijo...
me gustó mucho como describiste ese "encuentro" :)
espero leer alguna otra entrada tuya ;D
6 de enero de 2010, 17:42
Botica Pop dijo...
es muy triste! (y a la vez, no tanto...)
6 de enero de 2010, 21:09
Anónimo dijo...
Post largo de weba...
6 de enero de 2010, 23:02
Unknown dijo...
aa pues si de weba pues que no lea, pero en fin a mi tambien me gusto se escucha interesante a la ves triste, yo no quiero algo asi, o si?
7 de enero de 2010, 0:55
Noé dijo...
Hola a todos!!!
Gracias por los comentarios. A favor o en contra. Es evidente que en gustos se rompen géneros y si a alguien le pareció de hueva, bueno, está en su derecho a expresarlo. Shulix, Botica, Eqiiz, me alegra que les haya gustado. Obvio, nadie quiere algo así (a menos que sea masoquista), aunque suele pasar que, en una relación, a veces por muy informal o sexosa que parezca, alguno de los dos se pueda enganchar más que el otro. No es regla general, pero ocurre. Lo malo es cuando ese "alguno de los dos" es uno mismo. La cuestión es, creo yo, aprender a superarlo. Y ese proceso serà tan largo o tan breve como nosotros queramos. Saludos!!!
Noé
7 de enero de 2010, 8:28
Alejandro Rivera dijo...
me encantó, no diré mas, solo genial
7 de enero de 2010, 8:42
Argusk dijo...
Me gustó mucho
7 de enero de 2010, 10:23
neims* dijo...
woooww me encanto!
es tan descriptivo y real y de todo.
saludos!
n____n
7 de enero de 2010, 12:35
cositas dijo...
Orale que chido relato, uuffme hiciste imaginar todo el suceso, hasta senti cositas jajaja.
7 de enero de 2010, 17:18
Max dijo...
Te apuesto: Número 1 se olvidó de Número 2 al instante en que se cerró la puerta.
8 de enero de 2010, 8:38
Anónimo dijo...
me encantó! muy interesante este blog!
9 de enero de 2010, 1:32
Mr. R dijo...
wooooow....super el post de verdad, muy bies descrito wooow de verdad...
Aunque suene ñoño y mojigato uno no debe coger a la primera, si no corres el riesgo de enamorarte de un pene, unos bíceps una nalga y el susodicho suele usarte únicamente para saciar su líbido.
Como dice aquella cita"uno que ama y uno que se deja amar"
Y Max tiene toda la razón
19 de febrero de 2010, 14:34
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