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viernes, 18 de diciembre de 2009

Nunca me han gustado las despedidas ni las renuncias.
Pero a veces resulta una descortesía obviarlas.

Gracias a Gaycolectivo por la invitación para escribir en este lugar.

Resulta que soy muy mala haciéndolo, tengo poca constancia, poca relación con la temática gay, poca inspiración, mucha indisciplina y un estilo literario pobre y cansado.

Por ello, queridos cuatro lectores y medio (es que siempre he considerado a los anónimos como la mitad de un lector), quiero decirles -y también a Mariel y a GZ, de quienes recibí la invitación- que ya no escribiré más en este lugar.

Los viernes se han emancipado de mi dictadura.

Damas y caballeros (gays o no): un placer.

Se solicita un dios a favor de la homosexualidad

viernes, 20 de noviembre de 2009

Memo es mi mejor amigo y es gay.

Hoy me preguntaba si me generó culpa decidir que ya no quería ir a misa los domingos, luego de tener una formación católica medianamente rígida. Le dije que sí. Aunque evidentemente, la sensación de culpa después se diluyó, de manera que ahora tengo más flojera que culpa.
Él me decía que desde hace poco, decidió dejar de ir a misa. A pesar de que pasó toda su infancia siendo monaguillo, su adolescencia deseando ser sacerdote, y gran parte de su aún inconclusa juventud participando en grupos juveniles religiosos; decidió que quería darle un descanso a su actividad religiosa.
La razón: el dios en que el que ha creído toda su vida no se muestra misericorde con aquéllos que prefieren a los de su mismo sexo.
Memo dice que no pasará toda su vida fingiendo ni buscando aceptación y apertura donde jamás la habrá. Opina que si es difícil -aun en este siglo- encontrar aceptación social; la aceptación divina resulta casi imposible. Dice que no tiene caso servir a un dios que le cerrará las puertas sólo porque las vaginas le resultan disgustantes y los penes no.
No obstante, él como muchas otras personas reconoce para sí, necesidades religiosas. Requiere un Dios que no preste mucho cuidado a su elección sexual; sino a su calidad espiritual.
No me pregunten qué es eso ni cómo se mide. Yo sólo sé que hay personas que podemos alejarnos sin tanto problema de nuestros cimientos religiosos cuando descubrimos una falla estructural en su metodología, pero hay otras que no. Es como enojarse con nuestro papá porque critica nuestros gustos musicales. Nos alejamos pero no dejamos de quererlo y necesitarlo.
¿Saben de alguna religión donde el Dios al que se adora no tenga objeción respecto a las inclinaciones sexuales de sus súbditos?

Platón

viernes, 30 de octubre de 2009

Me la presentó mi jefa. "Ella se encargará de la filmación del proyecto" fue la descripción que me dio sobre ella.
No necesité más. No me interesó nada, más que su largo cabello pelirrojo y las pecas que su escote dejaba ver. Le saludé de mano y ella sonrió respondiendo el gesto. Entonces reparé en que sus pecas se extendían sin pudor hasta hasta su cara y que sus ojos color marrón hacían juego con ellas.
Volví a verla dos semanas después cuando salimos a una enlodadísima comunidad a entrevistar gente. Creo que es la única mujer que me ha parecido atractiva aún con pants, tennis y el cabello amarrado sin cuidado. Hablé con ella por primera vez. Siendo hija de un italiano habla tal idioma con excelencia, además de que habiendo estudiado producción de cine en el extranjero habla también inglés y francés; y japonés sólo por gusto. Le gusta fotografiar vacas y piensa que los testículos son la parte más bonita del cuerpo masculino por lo que supuse que también le gusta fotografiar testículos. Tiene dos hermanos y declara haber pasado su infancia trepando árboles y jugando con resorteras. Es alérgica a la lana y usó frenos de caballo durante la primaria. Nunca mastica chicle y jamás dice 'salud' cuando alguien estornuda.
Luego de ello ganó mi simpatía completamente.
La siguiente vez que la vi fue en una reunión con grandes ejecutivos lamebotas de la ciudad. No pude retirar mi vista de sus perfectas pantorillas y sus deliciosos tobillos sostenidos por un par de zapatos de tacón que la hacían resultar irresistible. Aunque procuré ser discreta con mi vouyerismo, ella me descubrió más de un par de veces contemplando su peculiar belleza. Ambas veces me sonrió, de manera que me resultó aún más difícil dejar de contemplarla.
A veces me es imposible no pensar en ella. Otras tantas he pensado que no hay hombre más afortunado que su novio. Muchas más he sonreído con sólo saber que la veré.
Podría perder la cabeza por ella sin problema. Si fuera poeta, compositora o alcohólica, seguramente algunos poemas, canciones o mezcales serían pronunciados o ingeridos en su honor.
Pero no es así: hoy la veré por última vez pues el proyecto para el que ambas trabajamos ha concluido. No obstante, ello es lo mejor que puede pasarle a un enamoramiento platónico: que sea lo suficientemente aleatorio, temporal e irrealista como para que no pierda sus fabulosas propiedades.
Querida Pía: he tomado la decisión de alejarme definitivamente de ti. Lo nuestro no puede ser.

Sobre orgasmos artificiales y Postres

lunes, 19 de octubre de 2009

Todo comenzó con una linda platica sobre orinar en lugares publicos, y se convirtió en consejos para tener orgasmos. Y sobre postres.


Gz Hiram... says:

*oigan
*no les ha pasado?
*que sienten que si dan un paso más
*se orinan?
*me tuve que detener asi ahorita
Mar says:
*Si a las mujeres nos duele el vientre bajo cuando ya no aguantamos las ganas de orinar...
*¿A los hombres les duele qué?
Gz Hiram... says:
*igual
*el vientre bajo
*y se siente un orgasmo al orinar
*jajajaj
Mar says:
*Ah, creí que les dolía el último ducto.
nerdest says:
*tu cuando comes
*siempre te dan ganas de algo dulce?
Gz Hiram... says:
*a mí siempre me dan ganas de algo dulce
*aunque no coma
*moriré de diabetes y efisema pulmonar (junto a Seudonima)
nerdest says:
*yo de sida
Seudonima says
*yo no morire de diabetes
*no me gusta el azucar
*jum
Gz Hiram... says:
*Oigan
*es cierto que las mujeres sienten como un orgasmo cuando orinan depues de aguantarse mucho las ganas?
*o es mito urbano?
nerdest says:
*si, es verdad
*y ya ves qe cuando vas a los antros tomas mucho y en los baños siempre hay mucha gente?
*es como una noche de multiorgasmos
Mar says:
*Ay, sí. Sí se siente.
*También dicen que algunas mujeres sienten un orgasmo cuando dan a luz.
*Porque la cabeza del niño hace presión en salva sea la parte.
Seudonima says:
*y haces pipi por como media hora y es un orgasmo de media hora :D
Gz Hiram... says:
*¿O sea que las mujeres se masturban tomando mucha agua y aguantándose las ganas?
*JAJAJAAJAJA
*qué gracioso
nerdest says:
*jajajajajajaja
*es en serio lo de las mujeres qe dan a luz?
*bueno, ese es un orgasmo que no quiero probar
*definitivamente
Mar says:
*Jajajajá. Ay, no. Qué lento.
*Sí, es en serio.
*Jajajá, no, yo tampoco.
Gz Hiram... says:
*entonces es por eso (en realidad) que siempre hay colas en los baños de mujeres?
*se ponen a platicar para tener más ganas
Mar says:
*Jajajajá. Sí. Mientras más aguantas, más rico es el desenlace.
Gz Hiram... says:
*:-O
*son unas pillinas
nerdest says:
*ya sé que voy a postear, jaja

Barbies, por favor.

viernes, 16 de octubre de 2009

Confiando en mis vastísimos conocimientos y amplísima experiencia como psicóloga, ayer me preguntó mi prima durante la sobremesa, si era normal que su hijo de cuatro años jugara con muñecas.

Antes de que yo pudiera dar una opinión con tinte de diagnóstico clínico arbitrario y clandestino, su esposo y padre del niño argumentó que si el pequeño juega con muñecas se debe a que no tiene soldaditos ni juguetes con formas masculinas. Por ende, sugirió, que a falta de muñecos GI Joe, Ken Karateka, Ken Violento y Max Steel, el niño juega con muñecas para representar al Hombre Araña y a otros varoniles personajes de televisión con los que todo niño igualmente varonil debe fantasear. Agregó que no se trata de que el niño sea maricón mientras lanzaba una mirada de profundo reproche a su esposa, por violar la intimidad familiar.
Todos en la mesa supimos que no es cierto. Que ningún niño juega con una muñeca con tetas y dice: "Imaginemos que es Spider Man" así como también sabemos que muchísimas niñas son excelentes jugando futbol y más buenas aún torturando muñecas Barbie en lugar de vestirlas y simular una vida de princesas con ellas en las manos; sin que esto represente un 'agravio' a su identidad e inclinación sexual.
El problema es, pues, que en la mayoría de las familias cuando un niño juega con Barbies la atención se vuelca completamente en él como si estuviese declarando abiertamente su homosexualidad ante la familia.
Podemos permitir que nuestra hija juegue futbol y se enlode de pies a cabeza, argumentando que simplemente 'no es muy femenina'. Pero cuando se trata de un niño que siente atracción por los bonitos diseños de una muñeca, nos inquietamos, preocupamos o nos sentimos culpables por no haber provisto a nuestro pequeño varón de muñecos masculinos.
Y al final, no es nada más que el mismo proceso de aprendizaje por el cual en los cuneros los varones recién nacidos se distinguen de las niñas recién nacidas por el color azul de su cobija.
Si no estuviéramos obsesionados con distinguir a los niños de las niñas desde sus primeros comportamientos, elecciones e inclinaciones, quizá en las listas a Santa Claus escritas por los niños también figurarían algunas cuantas muñecas Barbie, sin que eso representara una desviación en su inclinación sexual, ni provocara tampoco pláticas de sobremesa incómodas.
Simplemente, no estamos listos para ello.
Update:
Felicidades Xellif por su cumpleaños número veintialgo.
Sé que le encantaría como regalo de cumpleaños una suscripción a la revista Muy Interesante o quizá hasta la Cosmo (o al menos eso sugiere su perfil) pero como soy pobre -y eso que aún el nuevo paquete fiscal no aterriza- no me queda otra más que desearle un feliz y agradablísimo cumpleaños lleno de mucho, mucho vodka.

De la retrógrada pero no ofensiva terminología actual

viernes, 2 de octubre de 2009

Estoy en desacuerdo con que a los minusválidos ahora se les denomine "personas con capacidades diferentes" a pesar de que sus capacidades no sean diferentes, sino más limitadas. Hasta donde yo sé, ninguna persona en silla de ruedas tiene la capacidad de volar o estornudar mocos morados. No tienen capacidades diferentes, sino inferiores, con perdón de ustedes.
Si hablas con alguien que tiene una expresión facial de confusión total, debes preguntar si te estás explicando bien, y no si la persona te está entendiendo. "¿Me explico?" es correcto. "¿Sí me entiendes?" es una agresión hacia la otra persona, que tendrá todo el derecho a sentirse ofendida debido a la duda que te generan sus facultades intelectuales.
Ahora debes decir "los y las" en lugar de "los" para que las mujeres no sientan minimizada su participación. Sexoservidoras se les dice a las putas, y la homosexualidad le llaman inversión sexual.
¿Y por qué al pan sí le decimos pan, y al vino, vino? Porque el pan y el vino no ofenden a nadie.
Resulta que los nuevos apelativos para las putas, los putos, los discapacitados y los distraídos incapaces de seguir el hilo en una plática, sugieren que vivimos en una sociedad avanzada y relajada capaz de incluir y aceptar dentro de ella a todos aquéllos que alguna vez fueron rechazados.
Sin embargo, yo opino que es al contrario: que les pongamos un mote diferente a aquéllos que durante eras hemos marginado solamente prueba que nuestra sociedad es condescendiente y amable con aquéllos a quienes considera menos favorecidos. Prueba de ello es que el pan se sigue llamando pan, y el vino, vino.
Suavizar los apelativos con los que nos referimos a aquéllos que han sufrido marginación o prejuicios durante eras, es como decirle a un niño especial: "Te presto mi balón de fucho a ti que tienes capacidades diferentes. Ah, perdón. Se me olvidaba que no puedes patearlo."
Cambiarle el nombre a las cosas no es la prueba de una sociedad equitativa e inclusiva. No es una acción de una sociedad que intenta dejar de ser retrógrada y convertirse en una comunidad plural donde reine la diversidad. Retocar el nombre de las cosas que causan aversión sólo denota que sabemos segmentar: los que somos una mayoría, y los que no pero a quienes les pondremos un nombre bonito para cumplir con el estatus y no perjudicar su autoestima y evitar que terminen ahorcándose con sus agujetas.
Las minorías no necesitan apelativos amables de nadie, porque simplemente no tienen razón para ser miradas con condescendencia.

Open mind

viernes, 25 de septiembre de 2009

Antes de mi escrito del día, debo hacer extensiva una disculpa a todos los que pasaron por aquí los dos viernes anteriores y no encontraron una entrada. Dispensen ustedes. Es que entre mi cumpleaños, mi decayente agenda mental y mis múltiples ocupaciones laborales no me di chancita de pasar por este changarro. Pero ya.
Como sea, no he venido a hablar de mí. Sino de las personas que nos declaramos sin prejuicios con respecto a la homosexualidad (y nada más sobre eso, porque otros prejuicios sobre estigmas sociales sí los tengo y ni modo). No tengo ningún problema con ello, y no me genera tampoco nada estar con esas personas junto a sus parejas mientras coquetean, se besan o se medio tocan.
Sin embargo, hace días me vería con una amiga quien estaría acompañada de su novia. Ambas me esperaron afuera del edificio donde trabajo. Salí de la oficina junto a mi sexagenario compañero que me preguntó cómo festejaría mi cumpleaños. Le dije que estaría con unas amigas.
A lo lejos vi a mi amiga con su novia ambas colocadas en una posición que hacía entender a cualquiera que pasara por allí que no se trataba de dos amigas cariñosas, sino de una pareja explícitamente. Jugaban, se abrazaban y ocasionalmente se besaban mientras mi compañero y yo nos acercábamos a la acera donde estaban.
"¿Y tus amigas ya te están esperando?" me preguntó mientras ambos dirigíamos la vista hacia la pareja de enamoradas que jugueteaban entre ellas.
En ese momento mi cantaleta interior dio vueltas en mi cabeza y comenzó a aguijonearme. Tenía que darle una respuesta. Tenía que decir "sí, son ellas" mientras las señalaba, o "no, no las veo" errando mi camino hasta otro punto.
Jamás creí que algo así me pasaría. Incluso, escribirlo ahora me parece absurdo. Pero en ese momento no fue así: temí la reacción de mi compañero, de lo que pudiera pensar o decir, que pudiera hacer un gesto reprobatorio o que pudiera reaccionar desfavorablemente. Fue como la gran prueba de mi aceptación de la homosexualidad del tipo noesunadesviaciónsexualsinounapreferencianadamás.
Por unos momentos me convertí en esa mujer prejuiciosa que cree estar en el camino 'correcto' sólo porque sus preferencias corresponden a las de la media poblacional. Sólo porque sus inclinaciones forman parte de la generalidad. Cuando me di cuenta, no pude menos que sentir repulsión por mí misma.
"Sí, aquí están" le dije mientras me acercaba a mi amiga.
Él sonrió y se despidió. Yo también sonreí y saludé.

Arbitrariedades de familia que dirigen la orientación sexual

jueves, 3 de septiembre de 2009

Conforme uno crece, descubre que la sexualidad incluye mucho más que una cama desordenada. Recuerdo lo asqueada que me sentí cuando me enteré de que el hombre y la mujer funcionaban más o menos como un tornillo y una tuerca que se adecúan amablemente entre sí. Sin embargo, lo verdaderamente asombroso vino cuando me enteré de que la sexualidad humana además de incluir actos que -en ese entonces- me parecían grotescos, podía estar involucrada con eventos inimaginables. Como por ejemplo, que a una mujer le gustara otra mujer.

Escuché la palabra "lesbiana" cuando estaba en secundaria y tuve que buscarla en el diccionario para encontrarme con que las mujeres también podían sentirse atraídas por otras mujeres. Ese descubrimiento me resultó perturbador, pues crecí bajo la crianza de un papá que ha considerado que la mayor tragedia que podría ocurrirle a un padre es enterarse de la homosexualidad de su hijo. La reprobación que siente por dicha inclinación me ha sugerido durante años que le resultaría preferible que sus hijos fueran ladrones, políticos o hasta americanistas pero no homosexuales.


Así que la definición de 'lesbiana' al igual que el diccionario que la contenía, quedó arrumbada en el desordenado librero de mi inconsciente y material reprimido.


Pasaron muchos años y algunos hombres, antes de que mi lesbiana interior con su diccionario en mano tintineara por primera vez dentro del laberinto que es mi interior.


Hoy no puedo decir que prefiera la rica, deleitante y placenterísima sensación que proporciona el suave tacto de los pezones de una mujer por sobre la también extremadamente deleitante escena que es la erección de un hombre. Sin embargo, muchas veces he considerado que quizá habría podido declararme lesbiana en los tiempos en que una mujer me parecía más atractiva que un hombre (aquellos tiempos donde las mujeres comienzan a descubrir con agrado la nueva forma de su cuerpo y los alcances de éste, mientras que los hombres parecen no saber qué hacer con los tres pelos de barba que les brotan rebeldemente), de no haber sido porque eso me habría puesto casi en la misma posición que la de un simpatizante del fantoche Cuauhtémoc Blanco ante los ojos de mi padre.
Por ello, cuiden su costumbre de criticar a las personas frente a sus hijos. Ello puede definir su orientación sexual.