Confiando en mis vastísimos conocimientos y amplísima experiencia como psicóloga, ayer me preguntó mi prima durante la sobremesa, si era normal que su hijo de cuatro años jugara con muñecas.
Antes de que yo pudiera dar una opinión con tinte de diagnóstico clínico arbitrario y clandestino, su esposo y padre del niño argumentó que si el pequeño juega con muñecas se debe a que no tiene soldaditos ni juguetes con formas masculinas. Por ende, sugirió, que a falta de muñecos GI Joe, Ken Karateka, Ken Violento y Max Steel, el niño juega con muñecas para representar al Hombre Araña y a otros varoniles personajes de televisión con los que todo niño igualmente varonil debe fantasear. Agregó que no se trata de que el niño sea maricón mientras lanzaba una mirada de profundo reproche a su esposa, por violar la intimidad familiar.
Todos en la mesa supimos que no es cierto. Que ningún niño juega con una muñeca con tetas y dice: "Imaginemos que es Spider Man" así como también sabemos que muchísimas niñas son excelentes jugando futbol y más buenas aún torturando muñecas Barbie en lugar de vestirlas y simular una vida de princesas con ellas en las manos; sin que esto represente un 'agravio' a su identidad e inclinación sexual.
El problema es, pues, que en la mayoría de las familias cuando un niño juega con Barbies la atención se vuelca completamente en él como si estuviese declarando abiertamente su homosexualidad ante la familia.
Podemos permitir que nuestra hija juegue futbol y se enlode de pies a cabeza, argumentando que simplemente 'no es muy femenina'. Pero cuando se trata de un niño que siente atracción por los bonitos diseños de una muñeca, nos inquietamos, preocupamos o nos sentimos culpables por no haber provisto a nuestro pequeño varón de muñecos masculinos.
Y al final, no es nada más que el mismo proceso de aprendizaje por el cual en los cuneros los varones recién nacidos se distinguen de las niñas recién nacidas por el color azul de su cobija.
Si no estuviéramos obsesionados con distinguir a los niños de las niñas desde sus primeros comportamientos, elecciones e inclinaciones, quizá en las listas a Santa Claus escritas por los niños también figurarían algunas cuantas muñecas Barbie, sin que eso representara una desviación en su inclinación sexual, ni provocara tampoco pláticas de sobremesa incómodas.
Simplemente, no estamos listos para ello.
Update:
Felicidades Xellif por su cumpleaños número veintialgo.
Sé que le encantaría como regalo de cumpleaños una suscripción a la revista Muy Interesante o quizá hasta la Cosmo (o al menos eso sugiere su perfil) pero como soy pobre -y eso que aún el nuevo paquete fiscal no aterriza- no me queda otra más que desearle un feliz y agradablísimo cumpleaños lleno de mucho, mucho vodka.