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De quienes juran que soy gay

martes, 10 de noviembre de 2009

El otro día me pasó algo de lo más curioso. En realidad no fue curioso; ni siquiera clasificable como extraordinario. Tuve una –no ardua- discusión con alguien quién afirmaba que yo era gay. La verdad ya no me sorprende, pero la insistencia llega a ser molesta, en especial cuando viene de un gay que no bromea.

Este tipo de encuentros me ha sucedido bastante seguido desde que entré a la prepa –antes de ella sólo me clasificaban o tachaban de marica (sic). He aprendido a lidiar con ellos. Uno aprende a fuerza de golpes. Los diversos encuentros y sus explicaciones son tema para otro post el cual sería un tanto más jocoso. Hoy más bien me quiero enfocar en la molestia que puede ser dicha insistencia.

El evento ocurre como siempre. Dentro de un grupo, algún gay afirma que soy gay. Se basa en hacer esa revelación propia en mi forma de vestir, hablar y actuar. Sí, acepto no ser la persona más masculina de este planeta; que a veces tengo actitudes de las locas o que me emociono por ver un par de zapatos. Sin embargo, estas cosas no tienen nada que ver con mi preferencia sexual. Sigo sin entender entonces porque la generalización. Que me guste arreglarme, usar colores no tan masculinos en prendas no tan masculinos no significa que me guste tener relaciones con hombres. Significa que me gusta cómo me veo con esa ropa –sea o no masculina-. Que me guste hablar de otras cosas que no sean carros, mujeres buenotas, eructos, deportes y etc., no significa que sea –en palabras de otros- una loca. Significa que no disfruto esas cosas. Uno no tiene porque ser homosexual para disfrutar del diseño –sea de interiores, zapatos, ropa tanto de mujer como de hombre- y que lo haga tampoco lo hace a uno homosexual. Son dos cosas completamente independientes –es decir, ni son auto excluyentes ni auto incluyentes.

Lo molesto no es que te pregunten que eres gay. Las generalizaciones son comunes. Lo molesto es la persistencia de su aclaración; el no ser capaz la otra persona de romper su paradigma. La insistencia de que eres de closet; que no te has dado cuenta que eres gay todavía, sin saber cuál ha sido tu historia sexual y sin más evidencia que lo superficial y gustos. De misma manera podemos decir de una persona que le gusta en negro que es depresivo cuando puede ser que simplemente le guste vestirse de negro.

Me parece inverosímil esta actitud, puesto que es una forma de juzgar muy parecida a la discriminación –ojo, no digo que sea discriminación. Déjenme explicarme. Si uno al momento de juzgar a alguien por cómo se viste, sus gustos y creencias, encasillamos a ese alguien dentro de un grupo, ¿qué diferencia hay entre eso y tratar con diferencia a alguien por razón de sexo, raza y posición socioeconómica? ¿Acaso a un negro, por tener ese color de piel, necesariamente debe gustarle el hip hop? ¿Acaso no puede a uno gustarle la banda sin ser norteño?

Creo fervientemente en que puedo elegir como expresarme sin tener que ser juzgado y encasillado en un grupo sólo por ello. Una vez más, la persona hace los gustos, no los gustos a la persona.

Barbies, por favor.

viernes, 16 de octubre de 2009

Confiando en mis vastísimos conocimientos y amplísima experiencia como psicóloga, ayer me preguntó mi prima durante la sobremesa, si era normal que su hijo de cuatro años jugara con muñecas.

Antes de que yo pudiera dar una opinión con tinte de diagnóstico clínico arbitrario y clandestino, su esposo y padre del niño argumentó que si el pequeño juega con muñecas se debe a que no tiene soldaditos ni juguetes con formas masculinas. Por ende, sugirió, que a falta de muñecos GI Joe, Ken Karateka, Ken Violento y Max Steel, el niño juega con muñecas para representar al Hombre Araña y a otros varoniles personajes de televisión con los que todo niño igualmente varonil debe fantasear. Agregó que no se trata de que el niño sea maricón mientras lanzaba una mirada de profundo reproche a su esposa, por violar la intimidad familiar.
Todos en la mesa supimos que no es cierto. Que ningún niño juega con una muñeca con tetas y dice: "Imaginemos que es Spider Man" así como también sabemos que muchísimas niñas son excelentes jugando futbol y más buenas aún torturando muñecas Barbie en lugar de vestirlas y simular una vida de princesas con ellas en las manos; sin que esto represente un 'agravio' a su identidad e inclinación sexual.
El problema es, pues, que en la mayoría de las familias cuando un niño juega con Barbies la atención se vuelca completamente en él como si estuviese declarando abiertamente su homosexualidad ante la familia.
Podemos permitir que nuestra hija juegue futbol y se enlode de pies a cabeza, argumentando que simplemente 'no es muy femenina'. Pero cuando se trata de un niño que siente atracción por los bonitos diseños de una muñeca, nos inquietamos, preocupamos o nos sentimos culpables por no haber provisto a nuestro pequeño varón de muñecos masculinos.
Y al final, no es nada más que el mismo proceso de aprendizaje por el cual en los cuneros los varones recién nacidos se distinguen de las niñas recién nacidas por el color azul de su cobija.
Si no estuviéramos obsesionados con distinguir a los niños de las niñas desde sus primeros comportamientos, elecciones e inclinaciones, quizá en las listas a Santa Claus escritas por los niños también figurarían algunas cuantas muñecas Barbie, sin que eso representara una desviación en su inclinación sexual, ni provocara tampoco pláticas de sobremesa incómodas.
Simplemente, no estamos listos para ello.
Update:
Felicidades Xellif por su cumpleaños número veintialgo.
Sé que le encantaría como regalo de cumpleaños una suscripción a la revista Muy Interesante o quizá hasta la Cosmo (o al menos eso sugiere su perfil) pero como soy pobre -y eso que aún el nuevo paquete fiscal no aterriza- no me queda otra más que desearle un feliz y agradablísimo cumpleaños lleno de mucho, mucho vodka.

Open mind

viernes, 25 de septiembre de 2009

Antes de mi escrito del día, debo hacer extensiva una disculpa a todos los que pasaron por aquí los dos viernes anteriores y no encontraron una entrada. Dispensen ustedes. Es que entre mi cumpleaños, mi decayente agenda mental y mis múltiples ocupaciones laborales no me di chancita de pasar por este changarro. Pero ya.
Como sea, no he venido a hablar de mí. Sino de las personas que nos declaramos sin prejuicios con respecto a la homosexualidad (y nada más sobre eso, porque otros prejuicios sobre estigmas sociales sí los tengo y ni modo). No tengo ningún problema con ello, y no me genera tampoco nada estar con esas personas junto a sus parejas mientras coquetean, se besan o se medio tocan.
Sin embargo, hace días me vería con una amiga quien estaría acompañada de su novia. Ambas me esperaron afuera del edificio donde trabajo. Salí de la oficina junto a mi sexagenario compañero que me preguntó cómo festejaría mi cumpleaños. Le dije que estaría con unas amigas.
A lo lejos vi a mi amiga con su novia ambas colocadas en una posición que hacía entender a cualquiera que pasara por allí que no se trataba de dos amigas cariñosas, sino de una pareja explícitamente. Jugaban, se abrazaban y ocasionalmente se besaban mientras mi compañero y yo nos acercábamos a la acera donde estaban.
"¿Y tus amigas ya te están esperando?" me preguntó mientras ambos dirigíamos la vista hacia la pareja de enamoradas que jugueteaban entre ellas.
En ese momento mi cantaleta interior dio vueltas en mi cabeza y comenzó a aguijonearme. Tenía que darle una respuesta. Tenía que decir "sí, son ellas" mientras las señalaba, o "no, no las veo" errando mi camino hasta otro punto.
Jamás creí que algo así me pasaría. Incluso, escribirlo ahora me parece absurdo. Pero en ese momento no fue así: temí la reacción de mi compañero, de lo que pudiera pensar o decir, que pudiera hacer un gesto reprobatorio o que pudiera reaccionar desfavorablemente. Fue como la gran prueba de mi aceptación de la homosexualidad del tipo noesunadesviaciónsexualsinounapreferencianadamás.
Por unos momentos me convertí en esa mujer prejuiciosa que cree estar en el camino 'correcto' sólo porque sus preferencias corresponden a las de la media poblacional. Sólo porque sus inclinaciones forman parte de la generalidad. Cuando me di cuenta, no pude menos que sentir repulsión por mí misma.
"Sí, aquí están" le dije mientras me acercaba a mi amiga.
Él sonrió y se despidió. Yo también sonreí y saludé.

de la Autosegregación

sábado, 23 de mayo de 2009

Hace unos años, una ocasión, en la gerencia de la chamba me encontré una revista arrumbada con un articulo que mencionaba la entrega del "Premio al Orgullo Gay" o a "Representante a la lucha gay” …o algo así. El cual se entregaba al miembro de la comunidad que había demostrado ser un valioso elemento que luchaba por los derechos y bla bla bla... me quede pensando durante un largo rato en ello.

Como ya lo había mencionado antes, en la chamba tenia un compañero que es Gay y le quise comentar el hecho, pues, según yo, me había percatado del principal problema que sufre la congregación gay. Y ese es: La Autosegregación.

Me quede pensando que cuando alguien que pertenece a un grupo social, de cualquier índole, en este caso el LGT también discrimina a la sociedad a la hora de entregar un reconocimiento por la lucha en la igualdad de genero en el que uno de los requisitos para recibirlo, era ser Gay, también poniéndole adjetivos a los demás (Buga, por ejemplo) así mismo propicia una sociedad en la que tarde o temprano lo harán a un lado, lo tildaran de "diferente" puesto que a si mismo también se pone etiquetas o de menos las acepta.

En muchos de los casos creo que la SEGREGACION del movimiento LGBT (Lesbico Gay Bisexual y Transgenero) en realidad es una AUTOSEGREGACION en la que muchos después aprovechan para colgarse la bandera de victimas (aunque no dudo que de verdad y tristemente existan tales). Nótese que al principio dije "En muchos" ...pero no en todos, pues en el punto de aseverar que "todos" se autosegregan, caería en un absolutismo, y conozco a mucha gente que no solo busca la igualdad de derechos y la no discriminación del movimiento si no una verdadera IGUALDAD para todos. Y formar parte de una verdadera comunidad.

Y creo que la autoaceptación para con uno mismo y con la sociedad, es el primer paso. Después aprender que nadie es diferente, si no que tiene necesidades particulares y que todos sin excepción somos capaces de aportar algo en esta sociedad.

Con el paso del tiempo desde que entre por primera vez al blog ya me había olvidado de mi conjetura, pero hace unos días volví a tener cierto contacto con mi ex-compañero de trabajo y una cosa llevo a la otra aunque desde hace meses que lo traigo este tema en mente.

P.D.
Con todo lo anterior en mente, creo que este blog cumple con el cometido de la no discriminación al invitar a toda clase de personas a participar en el, (incluso pervertidos como este su servidor) y por ello GRACIAS.