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Finalmente, frente a frente...

sábado, 2 de mayo de 2009

Todos los días la veía a lo lejos, ahí estaba ella, frente a mi, tan imponente como siempre, con ese aire garboso que de alguna manera evitaba que todos la llamaran o que de menos se le acercaran. La miraba hermosa, con esa fortaleza que caracteriza a las de su tipo; elegantes desde el porte y con clase como ninguna otra. No importaba la hora del día que la viera, a lo lejos me decía -si tan solo tuviera la llave que abre su corazón-. Pero el tiempo pasó y la llave ahora poco o nada me importa, pues, me he armado de valor.

Y finalmente estamos casi frente a frente, incluso desde la penumbra donde me encuentro, creo que otra vez me ignoras, pero no importa, por que cuando me acerque y me veas de cerca no podrás ignorarme, te será imposible apartar la cara de mi, no sabes que en cuanto pueda poner mis manos sobre ti, te acariciare como nunca nadie antes lo ha hecho, al principio te estremecerás, lo se, pero después será con tal fuerza y pasión que ambos lo sentiremos como una gran sacudida. Disfrutare de la suavidad de tu vestidura, por que este momento ha pasado tantas veces y de tantas maneras tan distintas que yo tengo la ventaja sobre tu cuerpo.

En una ocasión pensé en metértela si pedirte permiso y saborear la brutal sensación de ese suave vibrar que penetrarte produciría. También pensé en usar los dedos, como quien con ganzúas abre lo que sea. También he imaginado abrirte con la boca... a mordidas, pero la verdad, nada como usar las manos para sostenerte y sacudirte... por que maldita sea...

…SI NO TE ABRES, MALDITA PUERTA,
TE JURO...
TE JURO QUE A PATADAS!!
...PERO TE HAGO AÑICOS!!!

...sin duda es un relato erotico diferente,
es todo por hoy
XD.

CUENTO SEGUNDO: La Fantasía Imposible


Tengo una fantasía imposible. Y por no desahogarla es que en mis sueños ya me acosa también, todo aquello que deseo y nunca será… porque no lo merezco. Punto.

Su nombre es Estrella. Y no he conocido hasta ahora a ninguna fémina que no le parezca atractivo algo de ella. Ya sea su estilo algo butch, su mirada profunda, su pelo rizado, tan corto y despeinado…

A mi me gusta todo. Desde su carácter fuerte, su espíritu de lucha, su actitud que muestra cruel realidad y a la vez su esencia de protección. Pero lo que comenzó a producirme esos sueños… lo que hizo nacer mi deseo por ella… fue cuando supe de un tatuaje suyo, escondido siempre en la parte interna del muslo derecho. El tatuaje de una araña… de una viuda negra.

En este sueño ella se acerca a mi, me planta un beso… largo, húmedo, lento, intenso… y me pide irnos lejos, a su casa tal vez, su solitaria casa, a su cama con mil historias de otras cogidas… no puedo ser especial, por supuesto que no.

Una sesión de besos que segundo a segundo me provoca un cosquilleo en la entrepierna. Caricias que empiezan siendo simples roses en la espalda y se intensifican.

La ropa desaparece, yo me la quiero comer. Sus piercings en los pezones me prenden mucho más. No quisiera que ella me toque… solo quiero que se quede así y goce mientras yo la disfruto justo como quiero.

Al fin conozco a la viuda negra, que pequeño dibujo en su piel… la beso, me la como y siento un sabor de tinta en mi boca… o será veneno, tal vez. El veneno de su cuerpo, el propio veneno de mi obsesión.

Creo que he pasado más tiempo besándome con la araña que con la misma Estrella. Llego a su vulva y descubro que ese sabor embriagante que apenas si lograba probar en su tatuaje, es mucho más intenso ahí… esa es la fuente de su sabor. Tal vez debajo de su clítoris se encuentre el alma de esa araña.

Viuda negra, envuélveme en tu telaraña, succiona mi alma y mis entrañas. Estrella se ha posado sobre mí y mete sus dedos en mi boca. Y si ahora las telarañas atrapan mis muñecas no me importa.

Sus dedos pasan a jugar con mi cuerpo… y justo cuando va a penetrar en mi…

Despierto.

Como la primera vez (re-load)

Justo como había sido programado desde el día anterior, te esperaría en el parque que estaba a unas calles de tu casa, ya eran las 8:30 de la noche y esta pintaba, aun seria larga.



Nunca he vuelto a ver una luna tan grande y amarilla como la que vi desde el kiosco aquella noche, venias caminando hacia mi con una mini maleta y esa sonrisa tan tuya, vestías sencilla y con ropa “cómoda”. Pero radiante como siempre. Yo tambien mi maleta cargue con una maleta que previsoramente deje desde la mañana en la paquetería del super cercano. Fue cuando sentí temblarme las piernas de nervio al saber que por primera vez visitaría un hotel… bueno no era en sí por la visita al hotel, si no por lo que pasaría ahí dentro, tenia miedo ciertamente, pues seria mi primera vez y para ti ya no. Rápidamente pasamos a un mini super cercano y nos dotamos de todo lo que pudiera ser necesario para la noche, yoghurt, botana, condones… (ejem! porquerías ejem!) me sentí como tonto cuando sugerí llevar velas para ambientar el momento y tu te reíste diciendo que no querías sentirte como en un funeral JAJAJAJA. Aun así las lleve. Ya no quiero extenderme demasiado lo interesante esta por comenzar.

Cuando llegamos al Hotel no dejaba de tener esa sensación de ir algún lugar desconocido y acompañado de un adulto, digo el hecho de que fueses algunos años mayor que yo nunca me importo, al contrario de algún modo me hacia sentir seguro de lo que pasaba, pero en ese momento me dio algo de pena a la hora del registro. Subimos recuerdo perfectamente, el cuarto 317. Ya eran las 11:15.

Al entrar tu pasaste al tocador, el viaje no había sido precisamente de los que te mantienen paciente. Yo me tire a la cama, solo quería relajarme y no ponerme impaciente. Cuando saliste todo seguía igual, yo buscando algo interesante en la T.V. (que estupidez!) y no evite ponerme nervioso cuando llegue al canal porno (válgame otra estupidez peor!!) así que le cambie inmediatamente por que… había… una mujer, deseosa de…. QUE PENDEJO ESTABA!!!. En fin, en el Sony estaban transmitiendo Friends y te tumbaste sobre mi pecho para verlo juntos. Pasaban el capitulo en el que Phoebe tendría a unos trillizos debido a una inseminación bla, bla, bla…

-Oye y vamos a ver friends toda la noche?- pregunte
-No, pero se que te gusta mucho ese programa- sexymente susurraste
-naah! eso ya lo vi un chingo... déjame pasar al baño y…
-NOP!!! Yo voy primero-, y te metiste con tu maleta corriendo

Cuando saliste vestías un negligé rosa pálido translucido y yo sentado a la orilla de la cama tirando baba en cantidades industriales, te mire con la cara del mayor idiota en el mundo, sin palabras nos besamos pusiste tus manos en mi cintura para tirar fuera la camisa y sentir el calor de mi piel con la tuya, nos tiramos a la cama y rodamos en ella mientras la camisa terminaba en el piso el negligé sin duda cumplió su cometido después de un rato así que… también fuera! …La sensación de tu pecho contra el mió tu palpitar acelerado, (mis piernas temblaban de nuevo) los dos de rodillas frente a frente en la cama no lo cambiaría por nada mas en el mundo… mi pantalón ya sobraba desde hace rato, (maldito) cinturón pero me pediste que tu querías quitarlo a la ves que lo usabas para acércame fuertemente contra ti, de mientras tu mano me acariciaba y me incitaba aun mas y yo te seguía besando el cuello y acariciando las nalgas, para cuando tus manos ya estaban dentro de mi ropa interior… odio esos bochornosos momentos en los que te tienes que separar para torpemente quitarte los calcetines o levantar una pierna para aventar la ropa que sobra… lo que importa es el contacto, el calor, el olor del otro, saborear sin intermediarios la piel, los elixires, embriagarte del amor del otro, tu dulce piel, mi lengua por todo tu cuerpo y finalmente mi calor dentro de ti, como me rodeabas y me envolvías, tus uñas en mi espalda, tus torneadas piernas, y morderte tiernamente la pantorrilla mientras la faena no decaía en ganas… eso es lo que importaba. Creo que no hay mejor imagen en mi recuerdi que la de tu cabello sacudiéndose al compás de un péndulo apresurado sobre mi y tus ojos llenos de pasión. O tu silueta a través de la ducha unas horas despues y las subsecuentes caricias jabonosas cuando me metí en pijama a la regadera. También hubo yacuzzi YUUJU!!!. Al final… antes de dormir, esa mirada tuya al secarte el cabello AHORA PUEDO MORIR EN PAZ, LO JURO. O la sensación de tus manos cansadas y temblorosas en tu vientre tomando las mías mientras nos dormíamos abrazados.

Y así, fue mi primera vez.


Se hicieron las 5 de la mañana. ¿Quien cuenta el tiempo?

A la mañana siguiente al despuntar el día se colaron unos rayos de sol por la cortina y lo que fue unas horas antes nervios, ahora ya no había nada nuevo bajo el sol y la aventura comenzó de nuevo.

P.D.
Esto es repost de mi blog, de una historia de dos partes:
Una cita de dos dias: El primero y El segundo.
Pero me parecio que valia la pena ponerlo aca.

P.D. 2
Al rato pongo uno original y nuevo :D


...saludos.

Yo también soy Sodomita

jueves, 30 de abril de 2009



Afuera brillaba el sol, no había una sola nube a la vista, los pájaros cantaban, las calles estaban desiertas y hacía un pinche calor irracional, al menos para la imagen de nieve eterna y osos mieleros que me había formado de Canadá.

Adentro flotaban juntos el humo de nuestros cigarros junto con Deadwing que me había estado volando los sesos desde principios de año. Sobre mi hombro descansaba la cabeza de una persona que nunca había oído siquiera el nombre de Porcupine Tree y escuchaba tan extasiada como atenta.

Conforme escribo y recuerdo me doy cuenta que es absurda la cantidad de detalles que conservo de ese día, por ejemplo, que la marca de los cigarros era Peter Jackson como el director, pero creo que no es para menos, ese sucedieron dos cosas importantísimas en mi vida: Me dí cuenta que estaba enamorado de la única manera en la que se puede estarlo - como un vil pendejo – y me convertí en sodomita.

La experiencia comenzó como suelen iniciar estas batallas épicas: con una ligera y caricia de mis dedos en su antebrazo. El calor del cuarto y el de nuestros cuerpos se encargaron de que el polvorín que éramos, comenzara a estallar. Mis dedos perdieron pronto la timidez y empezaron a recorrer sus brazos, sus hombros. Patinaron por su cuello y se detuvieron en la comisura de sus labios, esperando una – innecesaria – señal de aprobación que llegó enseguida en forma de su lengua húmeda que, como si de otra punta se tratara, lamió la punta de mi dedo.

De las lamidas siguieron los besos, grandes, pequeños, con lengua, con dientes, con labios, con saliva y con sangre. Adoro besar casi tanto como coger, si los cuerpos se entienden en los besos, lo más seguro es que se entenderán bajo la cintura.

Terminó la sesión de besos y decidí subir un poco el volumen. Separé las piernas de mi acompañante, abrí el botón de su pantalón e introduje mi mano para explorar. Una tibia humedad me recibió y mis dedos respondieron a ella, haciendo círculos lentos, no había prisa, era apenas el primer ensayo. Saqué los dedos para darle a probar su humedad y los noté empapados de carmesí.

- Amor...Creo que te acaba de bajar.

- No mames

- Mira

- ¡PUTA MADRE!

Ella se levantó bruscamente al baño, dejándome sentado con una erección resignada. Yo no tenía tanto problema en convertir a mi pene en Moises y separar el Mar Rojo, pero ella era muy quisquillosa y sabía no valía la pena insistir. Regresó al poco tiempo, con una cara entre apenada y aun caliente. Se sentó sobre mi a horcajadas y me empezó a besar el cuello. “Estoy demasiado caliente” me susurró al oido. “yo también” contesté como pude pues el cuello es mi punto débil. “vas a tener que solucionar esto, papi”. Fue entonces cuando se me prendió el foco. “Amor...este...¿et pour derrière?” - no me pregunten porque lo pregunté en francés, no tengo ni idea-. Ella dejó de besarme y me miró con lo que en ese momento interpreté como sorpresa. Dudó un momento y preguntó:

- ¿Lo has hecho?

- Jamás

- Yo tampoco (tiempo después me enteraría que eso era mentira)

- Nos sobra un chingo de lubricante

- No se...

- Amor, piénsalo, es algo nuevo para los dos y eso es raro. Pensé que tendría que metértela por una oreja para estrenar algo contigo.

- Jaja...pendejo...OK. Ve por el lubricante.

Emocionado niño fui por lubricante. Ella ya se había puesto en cuatro y me ofrecía las nalgas más bonitas que he tenido. Redondas, carnosas y firmes. De la emoción pasé a los nervios de primerizo. No podía abrir el lubricante pues se resbalaba y cuando por fin la abrí, cayó de mis manos. Ella solo se reía en silencio de mi papelón. Cuando por fin logré dominarme, separé sus nalgas y las llené de ese líquido viscoso y frío. Ella se estremeció un poco y gimió un poco lo cual me volvió a poner en el estado de excitación del comienzo. Acerqué mi glande a su ano para hacer un pequeño masaje de ensayo.

Y ahí ocurrió lo que recordaré el resto de mi vida. No se si fue un resorte de la cama, o mi mala posición de arrodillamiento o si ella se movió bruscamente el caso es que tomé su breve cintura entre mis manos y mi cuerpo se movió bruscamente hacia delante, metiéndola toda, de un solo golpe. Ella pegó un grito desgarrador que hubiera despertado a un comatoso. “¡Perdón, perdón!” dije tan apenado como sorprendido. Pero la verdadera sorpresa llegó cuando aún con toda su voz me dijo “NO, no. NO me la saques. ¡¡Te mato!! ¡COGEME!” “¿cómo?” pregunté azorado. “que me cojas, cabrón” me dijo entre dientes, mirándome con mucha más excitación que dolor.

Sus ojos de vampiresa en celo y la estrechez de su culo – que por el susto y la sorpresa no había tenido tiempo de apreciar – hicieron que olvidara todo y la obedeciera. La embestí, una, dos, no sé cuantas veces. Ella gritaba, yo gemía. Cada movimiento era como luchar contra una barrera de carne, que me retaba a recuperar el terreno que perdía al moverse hacia atrás.

“Me voy a venir” le dije después de un rato. “Vente, papi, vente pero no me la saques...no me la saques nunca”.

Me vine como nunca antes, su última frase hizo que de mi cuerpo manaran litros de amorosa leche. Ella la recibió toda, mientras gritaba mi nombre, como una banshee que anunciaba mi pequeña muerte.




Historia de una mamada

miércoles, 29 de abril de 2009

Tantas noches he anhelado tenerte junto a mí que cuando esté en ese momento no sabré si dar el siguiente paso o sólo contemplaré tu silueta y sentiré el calor de tu cuerpo junto al mío. Te preguntaré si tienes cosquillas y me dirás que no tienes por ningún lado. Te diré que no lo creo. Bien sé que si lo haré, sólo que querré iniciar ese juego de insinuaciones que nos llevará a un rumbo desconocido.

Mis manos tocarán las tuyas, se enroscarán en tus dedos y luego se deslizarán sobre tu brazo. Cerraré mis ojos y te preguntaré si sientes cosquillas. Será un pretexto, lo sé. Me dirás que no. Tocaré tu hombro y me dirigiré a tu cuello. Creeré que tendrás cosquillas detrás de las orejas o en la nuca pero me dirás que tampoco. Mis manos tocarán tu cara. Acariciaré tu cabello, tu frente y bajaré lentamente por la nariz. Bajaré más, un poco. Y posaré un dedo sobre tu labio y lo morderás lentamente al mismo tiempo que susurras que nunca lo lograré. Eso se convertirá en ese instante en un reto para mí y tú seguirás firme en tu postura de que no desgajaré tu frigidez.

De sobresalto te levantarás diciendo que irás al baño y cuando regreses me dirás que tienes calor y que te quedarás en ropa interior. Yo te creeré porque apenas iniciará junio. Te recostarás nuevamente, esta vez boca abajo. Con un poco de temor colocaré mis manos aún temblantes sobre tu espalda y como si fueras un objeto muy frágil vacilaré en mis movimientos. Finalmente recordaré que para mí un dedo deslizándose por la espina dorsal es muy excitante y lo intentaré contigo.

Lentamente correré mi mano por tu espalda y te preguntaré si sientes algo. Tu voz muy tranquila me dirá que no pero no me rendiré. Tu espalda habrá terminado y sobre la tela de tu boxer acariciaré tus nalgas, primero muy suavemente y luego con más intensidad. Eso me excitará. Te moverás un poco y creeré que he llegado pero me dices que aún no. Abriré mis ojos y me acercaré a tu oido. Mi voz ya entrecortada te susurrará cuestionando si sientes algo y firmemente lo negarás.

Morderé tu oreja delicadamente y bajaré mi mano, tocaré tu muslo y tu cuerpo tendrá un ligero espasmo que me indicará que he encontrado tu punto sensible. Mi boca besará tu espalda mientras mi mano descubrirá que al acariciarte los muslos tus movimientos son más armónicos y la frigidez de la que tanto presumes desaparecerá en ese lugar. Te preguntaré si sientes algo y me dirás que no, pero esta vez no te creeré y te diré que me engañas. Querré continuar tu juego y te pediré que te voltees.

Me obedecerás y volverás a retarme diciendo que no lo lograré pero en tu voz podré escuchar que mientes y eso será suficiente incitación para mí. Hará ya mucho tiempo que mis planes habrán cambiado y sin consultarlo me lanzaré sobre tu pecho y comenzaré a besarte. Mi mano te acariciará el vientre. Tu costado. Tu ombligo. Acariciaré tus vellos que indudablemente me querrán indicar el camino que debo seguir. Continuaré con sólo dos dedos y me decidiré a bajar. La tela me detendrá y no sabré si debo continuar o no. Me saltaré esa parte y acariciaré tus piernas y mi mano la rodeará para encontrarme nuevamente con tu punto débil. Un espasmo te sacudirá. Regresaré mi mano a tu ombligo y con mi brazo sentiré que debajo de la tela algo estará impaciente, esperando por mí.

Me excitaré y te preguntaré si sientes algo, pero tu respiración agitada te impedirá contestar y es ahí que sabré que he ganado y que todo lo que acontezca de ahí en adelante será mi recompensa. Te preguntaré si deseas que me detenga y tampoco contestarás. Mi boca buscará la tuya pero querrás ganarme y no me corresponderás el beso. Sólo abrirás un poco tu boca y tu respiración se combinará con la mía en un solo vaivén. Sabré que has perdido pero te rehusarás a aceptarlo; Iré bajando mi boca sin detenerme con nada y besaré tu cuello. Besaré tus tetillas y sentiré tu excitación en cada movimiento que harás.

Deslizaré mi mano por debajo de tu ropa interior, suavemente, sin prisa, y te haré pensar que me dirijo a tu miembro, cada vez más erecto por la sangre que lo llena gracias a tu cada vez más acelerado pulso, pero en lugar de eso acariciaré tu pierna, de un lado y luego del otro. Sacaré mi mano y te liberaré de la única prenda que conservas. Mi boca besará tu abdomen y mis manos jugarán en tu pecho. Mi boca seguirá su camino para encontrarse con tu sexo. Majestuoso esperando el momento. Mi recorrido será lento y podré sentir tu palpitación acelerada con mi mano derecha… Y con mi boca.

Mis labios aprisionarán tu pene y mi lengua jugará con tu parte más sensible. Mis movimientos serán musicales, rítmicos y delicados. Seguirás sin responder y esta vez yo, yo ya no preguntaré nada, sólo actuaré. Arriba y abajo sin parar. Llegará el tiempo en que harás esos movimientos que yo conozco perfectamente y me retiraré. Ahora mis manos toman el lugar que mi boca ocupaba y recargaré mi cabeza en tu pecho. Los espasmos serán más fuertes y un pequeño grito de placer saldrá de ti y yo, yo sonreiré en señal de mi inminente victoria. Será el mejor orgasmo de tu vida. Te abrazaré y cerraré mis ojos. Habré ganado.

Cuando tu respiración vuelva a la normalidad me dirás que lo logré y añadirás que si algún día lo cuento lo titule “Historia de una mamada”. Me dirás –Perdí- y pedirás un cigarro.

Esa misma noche te preguntaré tu nombre.

Diosa

martes, 28 de abril de 2009

… y como hundió su húmeda y cálida lengua en la profundidad de mi boca, supe que no sería “sólo un acostón más”

Era la primera vez que asistía a “Sodoma”, el lugar gay más exclusivo y underground de la ciudad. El lugar al que sólo entrabas bajo una buena recomendación, el lugar de las puertas casi impenetrables por simples mortales y ubicación encrucijada donde toda la fantasía se volvía realidad y viceversa. El Lugar. Sodoma.

Increíblemente y tras dos horas de rondar el área y no rendirme hasta encontrarlo, estaba ahí atravesando las pesadas cortinas de negro terciopelo e introduciéndome por un largo y oscuro pasillo, con un empapelado notablemente viejo y cuadros con bellos chicos desnudos.

Poco a poco me interné en ese pasillo que a escasos metros dejó escuchar su música y gemidos como señales inequívocos de vitalidad detrás del segundo par de cortinas.

No terminaba de dar crédito a las escenas que llenaban mis ojos. Comenzando por el chico que repartía condones, dildos y lubricantes como si de canapés se tratara, seguido por cientos de cuerpos desnudos y sudorosos, moviéndose cada uno con su propio ritmo, otros tantos tal como yo, solo éramos espectadores del enorme espectáculo. Osos, chicos delgados y musculosos, tatuajes, y piercings, instrumentos de flagelación, castigo y placer, todo en un mismo lugar.

Recorrí todo el lugar hasta que la vi recostada en su diván como una inmaculada Diosa, escoltada por un par de efebos, tan lindos como lo era “ella”.

La creí inalcanzable, y lo fue hasta el momento en que uno de sus guardianes me llamó y me condujo a una habitación alejada de todo el espectáculo orgiástico.

Estaba en un cuarto con iluminación muy tenue, despojado de mis ropas, recostado en una enorme cama y atado de manos, solo vi la silueta de esa Diosa inalcanzable.

Sentí sus manos sobre todo mi cuerpo y la deliciosa y violenta forma en que me embestía, al final de todo esto sólo pude sentir sus labios... y como hundió su húmeda y cálida lengua en la profundidad de mi boca, supe que no sería “sólo un acostón más”

Con piel de canela

No importa si es la primera o última vez: tomarte de las caderas y la espalda es siempre un deleite. Con la palma de mi mano te recorro lentamente, sobre la ropa o sobre la piel, sintiendo tu figura que jamás he de olvidar. Un curvilíneo trayecto que recorren mis manos desde tu cadera a tu cuello o viceversa. Tomarte de esta manera y traer tu cuerpo hacia mí con tu aliento como mi guía en el invisible camino del abismo que separa nuestros labios. Cinco centímetros es un universo pues tus labios, carnosos, suaves, húmedos y listos para ser besados, me llaman como los míos imploran posarse en los tuyos.

Te observo como quien observa lo adorado a pocos centímetros. Mi cuerpo presionado con el tuyo, sintiendo el terciopelo de tu piel –pero más importante es el calor despedido por tu piel, ese calor que cobija mi alma. Darte la vuelta y tener tu espalda contra mi pecho. Todo tu cuerpo contra el mío y mi cabeza jugando por tu cuello y tu cabeza. Besos fugaces esparcidos por doquier.
Mis manos no dejan de jugar por tu vientre, por tus pechos, tus muslos. Sentir tu espalda baja presionada contra mi vientre. Mis manos se desplazan con lentitud y viajan en direcciones opuestas. Una en tu cara acariciando tus ojos y tus labios mientras la otra se encuentra en tus muslos, tu sexo, tu vientre. A medida que una baja la otra sube. Si estoy en tu cuello ayudándome a abrir camino donde plantar mis besos, la otra se encuentra en tu cadera o en tus pechos, atrayéndote hacia mí para evitar tu escape. A la mitad del camino se encuentran y bailan un tango en tu piel. Giran, se ayudan y revolotean en tus pechos, en tu vientre y usan tu cuerpo entero como una pista de baile. Después de unos minutos de baile siguen su rumbo y la que antes estaba en tus pechos baja al vientre y la del vientre sube a los pechos y vuelven a recorrer tu cuerpo como la otra mano lo ha hecho.

Tus labios buscan los míos, tu respiración entre cortada te hace girar. En tus ancas sientes mi sexo aprisionado. Al girar sientes como lo recorre –yo también lo siento- y frente a frente, cuerpo a cuerpo, tus pechos contra mi seno, mi vientre contra tu vientre y el calor de nuestros sexos volviéndose uno, todavía sin contacto, sentimos el palpitar el uno del otro. Tu beso finalmente se posa sobre mis labios; mis manos sobre tus caderas y tu espalda. Las piernas temblorosas ansiosas por ceder. Mi ser insistente en querer recorrer todo tu cuerpo. Con un ligero empujón, terminamos en la cama, yo encima de ti. Te veo a los ojos y tienes esa mirada soñadora.

Ahora son mis labios quienes deciden explorar. Besan tu cara, tu nariz, tu cuello tus labios. Viajan por el valle de tu pecho entre tus senos y los escalan lentamente. En la cima se posan y juegan. Mi boca entera juega con ellos. Cada relieve de tus obscuros pezones lo siento entre mis labios y bajo la lengua. Entre tus pechos hay un lunar que me gusta besar antes de seguir mi camino hacia tu vientre y es el punto de partida. Entre él y tu ombligo hay una línea recta que sigo. Mis manos exploran tus piernas mientras mis labios llegan y se dedican a saborear el dulce sabor de tu piel. Tus caderas, tus muslos, tu entre pierna y ese olor que me deleita de tus labios me hacen perder la noción del tiempo. Los beso con delicadeza. Ásperos, húmedos y con un embriagante sabor, no se resisten y dejan al descubierto todos sus secretos. Mis labios los besan, mi lengua los saborea y mis manos les dan el movimiento que no tienen. Tu vientre no sabe si tensarse o relajarse y siento tus manos sobre el colchón, ansiosas e indecisas sobre donde posarse de una buena vez. Entre tus piernas hay besos perdidos en tus muslos. Pero el mejor beso se lo dan nuestros labios. Tú olorosa y yo embriagado por ti.

Volteo a ver tus ojos y tu mirada me reclama ir a tu encuentro. Me arrastro hacia ti, mi piel frotándose contra la tuya, mis piernas enredándose con las tuya mientras nuestros vientres embonan y mi sexo se encuentra con el tuyo. Conjugamos los labios cerramos los ojos. Tu mano toma mi pene y lo aprisiona entre tus labios. Sin penetrar, liberas tus piernas de las mías y me aprisionas entre tus muslos y tu sexo, compartiendo humedades y el calor. Esta es una de nuestras tantas variaciones de aquél juego donde jugamos a tener sexo antes de sentir la gloria de ser uno mismo. Un juego rítmico, donde me sientes como si fuera a entrar y donde siento como si quisieras que entrara, pero ninguno de los dos se anima.

Podemos durar varios minutos, placenteros, gimiendo entre besos y abrazos antes de sentir esa hermosa sensación de entrar a tu ser. Sentirte cálida y suave en el interior de tu vientre. Tu cuerpo estremecido con el mío. Esa sensación de estar encerrado y libre a la vez. Nuestro exterior moviéndose al mismo ritmo del interior. Escuchar nuestras respiraciones y como se agitan. Sentir nuestras pieles rozarse suavemente una contra la otra. Te abrazo y nos acurrucamos el uno contra el otro. Tus piernas abrazan mi cadera y me presionan contra tu pubis. El cuerpo entero se vuelve más sensible, más torpe. Cambiamos de posición un sinfín de veces. Cada poro de nuestros cuerpos quiere conocer a los del otro mientras compartimos cuerpo. Mi alma en tu cuerpo y mi cuerpo con tu alma. En esos momentos somos uno entre sudor y jadeos. Tu cara tiene aquella expresión que me hace sentirte mejor y me indica que hacer. Leo en tus gestos tus gustos y sigo tus indicaciones mudas. Mi pelvis gira un ritmo seguido por tus caderas y de la nada, nos encontramos bailando. Es un baile desenfrenado cuya existencia nos acerca cada vez más a la culminación. Sube el tempo, y los jadeos hacen la música.

Llega el momento y nuestros cuerpos se estremecen. Nos abrazamos con tal fuerza y no sabemos de quién es cada convulsión. El sudor se mezcla y nuestros olores también. Estar dentro de ti se vuelve más cálido y mantenerse así es todo un placer. En tu prisión suave me quedo por varios minutos mientras siento nuestras respiraciones intentar cobrar su ritmo original. Te beso, me besas. Intercambiamos palabras amorosas incitantes a abrazarnos más fuerte. Es el más bello de los rituales.

Nos quedamos abrazados por un tiempo, viendo la arropadora obscuridad, hasta el momento de decidir volver a empezar.

NOVATA

domingo, 23 de noviembre de 2008

Llegaron a la habitación apenas caía la noche, como dos novatas reían a causa de la embriaguez de las dos botellas de vino tinto que habían bebido en el bar de la esquina, temblando se acercaron a darse el primer beso...



Todo fue lento, suave, tierno. Suavemente se recorrían el cuerpo con las yemas de los dedos, dándose los más apasionados besos que pudieron imaginar.



Su lengua poco a poco comenzó a bajar, humedeciendo el cuello de su amada, lentamente desabotonó su blusa, introdujo sus suaves dedos debajo del sostén mientras besaba la superficie de su seno. Regina se estremecía, pensando cómo Paula lo hacía tan bien, era su primera vez y ya comenzaba a sentir el calor en su entrepierna, lentamente comenzó a meter su mano debajo de la blusa de Regina, acariciándole la espalda, Regina se estremeció, pero continuó su labor debajo del sostén de Paula.



Poco a poco la ropa fue cayendo, quedando las dos en paños menores, mordidas de labios y de cuello no faltaron, suavemente se recostaron para dar rienda suelta a su pasión, pasión que llevaban meses reprimiendo.



Un beso tras otro, una caricia, una mordida y fueron desapareciendo los miedos del primer encuentro, Paula se sobresaltó, debía llegar a su casa antes de la media noche, tranquilamente Regina la abrazó para seguir con el proceso de la seducción.



Era normal el miedo de Paula, pero Regina era toda una experta, sabía perfecto como calmar las ansias de sus amantes, que ya pasaban de las 20... Lentamente recostó de nueva cuenta a Paula, quien aún temblando se dejó llevar en ese cuarto oscuro donde perdería su virginidad. Al menos así le parecía.



A Paula siempre le había parecido inquietante ese asunto de experimentar la pasión entre dos mujeres: ‘se entienden mejor’, pensaba, así que se dejó llevar por el impulso y se entregó completamente a Regina, quien sabía dónde, cuando y cómo hacerlo.



Aunque Paula era primeriza lo hizo bastante bien, recordando esas noches de soledad donde lo único que le quedaba era tocarse a solas, pensando en la chica más guapa que había conocido hasta entonces: Regina.



Y así consumaron su amor, lleno de pasión, de impulsos y salvaje calentura, su desbordante pasión y su más pura intimidad.



Erase una vez...

sábado, 22 de noviembre de 2008




...Cuando Ricardo tenia 17 años y ya el primer semestre de su carrera Universitaria había sido aprobado, los cuadernos habían llegado al final de sus páginas y los planes de evaluación habían sido cumplidos, pleno verano Venezolano, temperaturas a 38ºc, vacaciones y la necesidad de volver a casa y compartir con los suyos, ya tenia un poco mas de seis meses lejos, era necesario regresar. Llego aproximadamente a las 4.15pm, cambiado totalmente independiente, atractivo, con aire de ciudad, mas fornido y apetecible, atrás quedaba una relación hermosa y en el futuro la responsabilidad de ser “fiel” a pesar de la distancia, que compromiso tan complicado, al llegar a casa encontró una fiesta de bienvenida, sus familiares y algún que otro viejo amigo, ademas de desconocidos, entre ellos Andrés, alto, blanco, con la sonrisa perfecta, una barba al descuido, fornido, estupendos brazos, su pecho afeitado, voz ronca, atractivo para el sexo y un olor a hombre que era imposible borrar del pensamiento, se miraron, se saludaron y siguieron adelante.


Andrés no era mas que un constructor cualquiera, trabajaba en una Obra que se desarrollaba en la esquina de la casa de Ricardo, una Escuela exactamente y por cuestiones de la vida se hizo muy buen amigo de el menor de los tíos de Ricardo, no era gay pero si muy flexible, la noche transcurrió y la fiesta continuo, se siguieron regalando miradas y poco a poco acercándose, de repente se acabo el licor y los invitados aun querían beber, Andrés con su voz ronca se ofrece a ir en su moto por mas bebidas y su ofrecimiento fue aceptado por la madre de Ricardo anfitriona del festejo, siguiendo a eso la misma voz dijo, -voy a ir en mi moto, que me acompañe el agasajado- Ricardo sintió que era el mejor día de su vida, por cuestiones de segundos se imagino cogiendo en su moto y que no había oportunidad mas perfecta que esa, sin pensarlo dos veces dijo -si- y subió, se abrazo a su torso sintió el abdomen de Andrés y aspiro el aroma de su cuello instantáneamente se excito, mientras tanto la brisa recorría su rostro y no tenia la menor idea de por donde andaban, ni se percataba si alguien los alcanzaba a ver, aunque era casi imposible, ya pasaba de la 1.00am, de repente la misma voz le dice a Ricardo, -vamos a la licorería o nos desviamos 15 mins.- el tenia la opción de responder además otro hombre como ese en su vida aparecería la garganta casi se le cierra y no podía creer lo perfecta que era la noche, no le importaba romanticismo, volverlo a ver, solo quería coger, obvio rogó por el desvío, se fueron a una calle oscura, Andrés estaciono su moto se besaron como con ganas de comerse, Ricardo tenia el pene de Andrés entre sus manos y su labio inferior temblaba, su verga estaba erecta tan dura como puedas imaginar, besaba su cuello y Andrés se erizaba, con su brazo levanto la pierna de Ricardo después de haber bajado sus pantalones, mientras Andrés lo colocaba contra un muro lo penetro repetidamente en contra del frío de la noche y el calor de sus cuerpos, Ricardo quería arrancar las piedras que sostenían aquél muro de la satisfacción, luego lo volteo y quedaron frente a frente, Ricardo mordía el lóbulo de su oreja y se colgaba a su cuello, trataba de ahogar sus gemidos no quería que nadie alcanzara a oír el susurro de aquel placer, Andrés sudaba mientras cerraba sus ojos y se sentía caliente, de repente sonreía y apretaba sus dientes, le decía que si no cogian no dormiría tranquilo aquella noche y Ricardo respondía que no era nadie para quitarle el sueño, se sentía el temblor en las piernas de Andrés y se estremecía con cada movimiento hasta que juntos se corrieron sin pudor y sonriendo, Andrés tenia una sonrisa tan picara que Ricardo pensaba -debo cuidarme de el-, al final, Andrés le dijo que cuidara su trasero de ensueño y que no se lo diera a cualquiera y Ricardo respondió que no se encaprichara, que solo fue cortesía y que no se lo daba a cualquiera, solo a quien valía la pena regresaron por las bebidas, siguieron a casa, los invitados bailaban y ya las miradas entre Andrés y el no eran persistentes, amaneció, algunos dormían, otros se fueron, llego el lunes Andrés estaba en su construcción, y Ricardo en su casa escribiéndole mensajes de texto a su novio cada uno siguió su camino como debió ser, fue solo una noche, un espacio en el que el tiempo y la decencia se rompieron. Hoy Ricardo no sabe nada de Andrés, pero cada vez que pasa por aquella calle recuerda esa noche y su piel se vuelve a erizar.

Penumbras

Entonces toqué tu mano y supe que no había sido un sueño. Después te abracé, me dijiste adiós y supe que todo había acabado. Entonces supe que algo había cambiado y que no te volvería a ver.

***
Como muchas veces ya había pasado antes, esa noche te quedaste a dormir en mi casa. Aún recuerdo que mi cuarto era tan pequeño que había que juntar dos camas individuales y que las cortinas eran tan oscuras que todo se volvía una gran penumbra.
La televisión estaba prendida pero nadie le hacía caso, hacía tanto tiempo que no nos veíamos que había que ponerse al tanto de la vida de cada uno. No había nadie en la casa, y tú querías que compráramos cervezas, pero no nos las venderían y entonces preferimos sólo hablar.
Se hacía más noche y la programación de la televisión había acabado. Siempre odiaste los infomerciales así que apagamos la tele.
La penumbra volvió y sólo podía ver tu silueta por el pequeño haz de luz que se filtraba por la ventana, y caía de forma angelical sobre tu hermoso rostro.
Éramos unos adolescentes con deseo de descubrir. Deseos de hablar de todo eso que los adolescentes más grandes nos cuentan. Entonces me preguntaste si tenía novia, LA pregunta que tanto me incomodaba, la simple pregunta a la que no sabía qué contestar, pero te dije que no.
No hacía falta que yo preguntase, siempre fuiste muy atractivo y noviero. Yo era más bien el ñoño estudioso y pocovivido de siempre.
Llegó el momento de la plática que nunca habíamos tenido, la plática de la que todo adolescente quiere saber y nadie sabe más que el otro.
Me preguntaste si alguna vez me había masturbado. Me quedé en shock y no sabía qué contestar. Con la voz cortada te dije que sí, y tú sin dudarlo y sin que tuviese que preguntar me dijiste que sí. Me preguntaste si había tenido relaciones sexuales y sentí nervios y emoción al mismo tiempo. La conversación tomaba un rumbo que no esperaba. Era claro que ya hacía mucho tiempo habíamos dejado de ser aquellos niños inocentes que jugaban al avión, a los tazos y a las escondidas. Era tu turno, y me dijiste que tú tampoco.
La plática seguía, cada vez más intensa, cada vez sentía más nervios y un frío recorría mi cuerpo, un impulso eléctrico muy relajante. En un momento mi cuerpo temblaba y lo notaste. Me dijiste que te diera mi mano y estaba helada y temblando. Me preguntaste qué por qué temblaba y te dije que tenía frío. Entonces tomaste mi mano y la acercaste a tu pecho y se sentía muy cálido y sentía mucha paz. La charla seguía pero ahora yo sólo contestaba con monosílabos. Mis nervios me impedían hablar. Cada vez yo temblaba más, pero era una extraña sensación que nunca había sentido.
Guiaste mi mano hacía tu abdomen cuando me dijiste que hacías ejercicio y levantaste tu playera para que yo pudiera comprobar que era cierto. En ese momento mi respiración era rápida y quería retirar mi mano, pero no me lo permitiste.
Me dijiste que querías tener sexo con tu novia, pero no sabías cómo pedírselo, y fue ahí ese momento, el momento cumbre de todo. El inicio.
Comenzaste a bajar tu mano junto con la mía y un extraño calor que nunca había sentido recorrió mi cuerpo en un instante, eso era excitante, eso era algo nuevo para ti y para mí también.
Posaste mi mano sobre tu pantalón y sentí que moriría. Sabía lo que sucedería y sentía que mi corazón iba a salirse. Más de cinco minutos pasaron y mi mano ahí inmóvil, no sabia qué hacer. Estaba sintiendo tu erección con mi mano sobre tu ropa. Ahí, la primera vez sintiendo tu sexo al máximo. Era la primera vez que tocaba un pene que no fuera el mío.
Mi mano temblaba y eso te excitaba más, lo podía sentir y tú la apretabas más.
Mi respiración era cortada y cada vez más fuerte. Entonces sólo te acercaste a mí y me susurraste al oído -hazlo, ¡haz lo que quieras!-

***
Esa penumbra fue testigo de todo, esa penumbra fue testigo de la pasión que a gritos pedía salir. Esa penumbra nos hizo descubrir lo que tanto queríamos saber. Fue en esa penumbra donde dejamos de ser niños para convertirnos en hombres. Fue esa penumbra la que nos hizo caer en el placer carnal del que nada sabíamos. Fue esa penumbra en la que terminó la amistad de muchos años y nunca volvió a ser igual.
Tú decías y dices ser heterosexual, y yo aún no me reconocía como homosexual. Esa penumbra cambió mi vida. Cambió la tuya. Cambio la nuestra.

***
Al otro día desperté y te vi ahí durmiendo a mi lado, entonces toqué tu mano y supe que no había sido un sueño. Me levanté y preparé el desayuno. Tú llegaste cuando yo estaba sirviendo. Un silencio invadió la claridad de ese día de mayo. Debías irte, tomaste tus cosas y me viste a los ojos, después te abracé, me dijiste adiós y supe que todo había acabado. Entonces supe que algo había cambiado y que no te volvería a ver.



PD. Gracias a Areko por haberme prestado la imagen.


Frágil.

jueves, 20 de noviembre de 2008




¿Y bien? ¿Qué quieres hacer hoy? – preguntó Carlos

No lo sé, siempre he tenido ideas locas, no he cumplido todas… - respondió Tavo, prolongando un silencio – Aunque de verdad, por la mente siempre me ha pasado la imagen de estar acostado en la cama, participando en alguna orgía.

Pues bien, no se diga más – agregó Carlos – Esta noche es la noche perfecta. Ve a tu casa, prepara tus cosas y te espero en casa. No tardes en llegar.

Tavo con los labios secos, grandes ojeras y temblando (no precisamente de nervios), salió del auto y se dirigió a casa.

Ordenó sus pertenencias, dobló sus playeras recién lavadas. Acomodó sus fotografías, en donde grandes recuerdos celosamente guardaba.

Tomó un extraño frasco con un líquido extraño y lo puso en su bolso.

Habló con una amiga de lejos por teléfono sentado en el frío piso de su vacío departamento, no había nada más que unas viejas sillas. La hora de la comida había pasado. Recordó las palabras de Carlos y colgó de inmediato. De su refrigerador vacío sacó una hamburguesa fría y la comió en segundos. Cerró la puerta y salió en búsqueda de taxi.

Al llegar a la casa de Carlos, sintió ese frío extraño que no era a causa de una baja en el clima. Era un frío de desconfianza, pero con ansiedad de conocer lo que iba a pasar.

Te esperaba hace rato, no hay mucho tiempo – dijo Carlos.

Verás… estaba hablando por teléf… - respondía Tavo

Shht – fue interrumpido – Pasa, no necesito explicaciones.

Tavo puso su pequeña maleta que traía con él en la mesa de la salita principal. Sentía su corazón latir, la sangre viajar más rápido por sus venas, sentía que la habitación cambiaba de color.

¿Sabes amor?, este día olvidarás todo lo demás. Aunque sé que ya lo has hecho, esta noche es tu noche – le dijo Carlos – Toma, ponte esto – dándole un suave lienzo de seda proponiéndole ponerla en sus ojos – Te aseguro lo disfrutarás.

Tavo accedió sin titubear, colocó el lienzo en sus ojos, no podía ver nada. El suave perfume de Carlos que siempre le enloqueció estaba presente mezclado con flores que adornaban el centro de mesa cuando recordó:

Espera! – Quitándose el lienzo – Casi se me olvida.

Tomó su bolso y de él sacó un frasco, el mismo que preparó en su casa. Pidió un vaso de agua y echó el contenido del frasco en el mismo. Lo colocó en la esquina de la mesa y se volvió a tapar los ojos.

Ahora si… ¿en qué íbamos? – dijo.

Carlos lo abrazó y empezó a besarlo por la frente, lo besó en la nariz y cuando llegó a sus labios hizo una pausa, para entregarle un gran beso de aquellos que pueden robar el alma entera. Un beso profundo, un beso totalmente entregado, realmente un beso.

Tavo estaba helado, un poco asustado, por lo cual no hacía más que dejarse llevar.

Carlos sin dejar de besarlo empezó por quitarle la ropa, primero los zapatos, luego la playera que dejaba al descubierto el blanco y raquítico pecho de Tavo llenándolo de besos. Empezó a juguetear con un pezón y luego con el otro, se inclinó hacía su abdomen y acarició con la lengua su ombligo con tal dulzura que solo provocaban cosquillas en Tavo. Llegó al pantalón, sin dejar de besarle empezó a quitar el cinturón incluido y fue bajándolo poco a poco, hasta dejarlo en calzoncillos.

La idea parecía gustarle, después de ser acariciado por las piernas, empezaba a moverse con un movimiento un poco extraño, un movimiento que denotaba placer.

Carlos se detuvo…

Espera, tengo un regalo que darte – Dijo

¿En este momento? – Dijo Tavo

Es ahora, o nunca – fue la respuesta.

Carlos tenía un paquete escondido detrás de los cojines de un sillón. De él sacó una playera con una inscripción en la parte del pecho que le fue dada a Tavo para después indicarle que se la pusiera.

Tavo no tenía objeción, esta noche él era el juguete y debía adaptarse al juego bajo las reglas de su dueño.

Se puso la playera, una prenda bastante ligera, casi trasparente, para nada ajustada. Estaba hecha de cierto material que con el roce de la piel sentía producirle caricias.

Carlos lo tomó por los cabellos y comenzó a besarle, efusivamente. El tono de las cosas iban subiendo, cada vez más rápido. Le ordenó quitarle la ropa y este lo hizo. Muy despacio, muy suave.

La respiración agitada de los dos cada vez era mas obvia, Tavo no veía nada pero se sentía vigilado, observado, talvez esta idea le excitaba más, pero no lo daba a notar.

Una mano suave se fue a su espalda, acariciándola de extremo a extremo, bajando hasta las nalgas, la otra se ocupaba de su cabello, en la parte de la nuca. Al sentirse tocado en la parte de las nalgas su reacción fue un pequeño salto, seguido por un gemido. La mano entraba al calzoncillo y fue ahí cuando soltó el primer sonido de placer mezclado con miedo.

Tavo por su parte no hacía más que respirar, respirar y besar, al mismo tiempo que sus manos se iban directo a su presa. Lo abrazaba por la cintura, se colgaba de su cuello. Aquella mano que viajaba en su ropa interior le provocaba tanto placer que… de repente… otra mano, una tercera, jugaba con su vientre… se quedó en silencio, no sabía que hacer. El placer se convirtió en miedo, pero estaba seguro y se sentía seguro con Carlos, sabía que esto no iba a pasar a más de lo que él no quisiera.

La tercera mano comenzó a bajarle los calzones, para dejarlo al aire con su pene descubierto, con sus nalgas al aire. La tercera mano era más juguetona, se deslizaba como mantequilla en un sartén, se detuvo en la espalda, para darle entrada a la cuarto mano, la cual se fue directo a su parte más privada.

Al borde de explotar con cuatro caricias de cuatro manos distintas, seguía respirando insistiendo más… Dos de las manos lo condujeron al cuarto de Carlos, en donde fue acostado en la cama, una cama grande. Tavo solo percibía un olor a incienso, todo había sido cuidadosamente preparado.

Los besos no cesaban, y en esta ocasión, unos húmedos labios comenzaron a viajar en la entrepierna de Carlos, lo cual lo llevó a un viaje a lo alto de las estrellas.

La agitación de cada uno de los tres participantes se acrecentaba al ritmo de los besos, las caricias no eran tan cuidadosas, comenzando a ser rudas, un tanto fuertes.

Apóyate en tus rodillas y manos – una voz le dijo – Te quiero penetrar. – Al oír esto, Carlos reconoció el tono de voz de su amado, de su eterno amor. Sin dudarlo se postró ante sus palabras para luego decir:

Protégete. – Dijo Tavo al aire.

Contigo estoy protegido, tus brazos y tu calor lo hicieron desde el primer día en que te entregaste a mí. Las medidas de seguridad ya las tomé. Pero eso es punto y aparte. - respondió carlos.

El ruido de los labios chocando entre s cesó, Tavo apoyado en sus cuadro extremidades esperó, una pequeña corriente de aire visitó su delgado cuerpo, pasando por el cuello, tocando sus pezones terminando por sus nalgas. Segundos más tarde, muy suavemente sintió una gran fuerza empujándolo hacía él.

Despacio!! – Exclamó.

Sus palabras fueron una orden, fueron cumplidas. Fue penetrado de forma tan dulce y tierna que no hizo falta decir algo más para reconocer que se trataba de Carlos. Su amado. Por lo tanto el otro personaje se puso en su rostro, para después darle a probar el sabor a látex que mantuvo en su boca una y otra vez.

El dolor era controlable, hasta cierto punto placentero, tenía lo que quería, y el hecho de no ver nada produjo una extrema sensación de libertad, de seguridad, se sentía solo en su viaje de placer. En su viaje con el cuál soñó por mucho tiempo.

El ritmo cambió, las caricias se tornaron agresivas, en cierto grado excitantes. Sin poder decir algo por tener la boca ocupada, se limitaba a soltar gemidos al viento que se esparcían en todo el cuarto. Pasó mucho tiempo y varias posiciones para llegar al clímax, y cuando esto sucedió, la presencia del tercer objeto se desvaneció, se fue.

Carlos le dio el vaso de agua y se lo dio a beber. Con el lienzo puesto se acostaron en la cama, encontrados por sus brazos.

Te amo, con la misma intensidad que el universo posee para mantener a los planetas en su órbita. – dijo Carlos.

No recibió respuesta alguna, puesto que ese había sido el último respiro de Tavo. Su último beso, su último encuentro.

Estaba previsto que tomara veneno, era lo planeado. Carlos durmió toda la noche a lado de su enamorado. Sabiendo que al día siguiente jamás despertaría.

Tavo era seropositivo, y su último juego, su último deseo fue cumplido por su amado.

Su última ilusión resuelta, fue la misma que le abrió las puertas a su próxima aventura. En donde con seguridad estará esperando a Carlos con una gran sonrisa.

Y así termina esta historia, con dos enamorados abrazados, donde el amor triunfó sobre todas las cosas.

Juntos en la cama, abrazados como cualquier otra noche. Carlos con lágrimas naciendo de sus ojos las cuales terminaban en la frente de su niño. Tavo con su último regalo puesto. Una playera con una una inscripción que decía: “Frágil”.

Fin

(no soy bueno escribiendo este tipo de cosas, pero espero les haya agradado -.-)

La mejor noche de mi vida!

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Dudé mucho en hacer este post, pero es el tema de la semana y sé que él jamás lo leerá; sé que nunca se dará cuenta que muchas personas leerán algo que se supone es privado e íntimo, y no creo que esté mal decirlo o publicarlo porque fue algo tan dulce, sensual y romántico que no se ha repetido.

Llegué yo a tu ciudad mmm más bien es un pueblo grande jaja, esa noche estaba nerviosa, yo regresaba de Saltillo, y te vi simplemente... te miré esperándome ahi.. altivo como siempre, con la mirada por encima de los demás, me seguí como si yo no te hubiese visto, saqué el celular haciendo como que te llamaría, sabía que venías detrás de mí. Había poca gente ya eran casi las 10 de la noche, le pedimos permiso a tu mamá para que fueras conmigo (jáa ..pidiéndole permiso a tu mami), te acercaste podía respirar ya tu loción fue entonces cuando me abrazaste por detrás susurrándome al oído un "Te tardaste" , inmeditamente la piel se me enchinó y los bellitos de mis brazos se erizaron.

Tomamos un taxi, salimos de la central rumbo al hotel, es de las cosas más chidas de la noche, porque nos quedamos en el hotel más chido de la ciudad y todo fue patrocinio de mi trabajo, no pagamos ni un peso.

Llegamos al hotel, mi reservación estaba lista, él estaba muy nervioso se notaba en su mirada y en sus mejillas rojas, yo estaba también nerviosa pero sobre todo ansiosa por estar con él.

Pasamos a la habitación, nos prendieron el aire acondicionado, aire que después apagué y él prendió la tv buscando el futbol por cable (o seaaaa?) se recostó en la cama .. me miró aún más nervioso y me dijo
"He estado todo el dia muy nervioso por esto, se siente raro"
-Mmm sí, es bien raro, pero qué no te agrada?
-Me agrada de a montón, solo que es algo que nunca había hecho
-Yo tampoco, siempe hay una primera vez - le dije

Así cuando me senté en la cama, él se movió de su lugar y me tomó hacia atrás, me tumbó en la cama y me besó muy suave, muy muy suave.
-Pasó mucho tiempo para esto, te he extrañado -le dije
-Hay que aprovechar que estamos aquí - me contestó

Y me besó con más pasión, más salvaje, me besó y me quitó el sweater, luego la blusa, él estaba rojo .. su cara sus ojos verdes me miraban con un brillo espectacular, le quité la camisa y recuerdo su cuerpo hermoso, su abdomen ligeramente marcado. Ninguno de los dos podía más, tenía que tenerlo conmigo, tenía que sentirlo en mí.

Ver su piel desnuda es una sensación magnífica, sentirla es aún más gloriosa, y así fue que el calor de la habitación nos inundó, en medio de susurros de amor que pensé nunca me diría, los dijo lo cual hacía que yo tuviera ganas de poseerlo completamente.

Y llegamos.. fuimos uno, entre el vaivén de nuestros cuerpos yo simplemente estaba feliz... orgasmo? claaaro estaba con el hombre que amaba, el hombre que me hacía ver todo el mundo de otro color, el hombre al que yo le pertenecía y que me incendiaba el alma y el corazón ... con más razón el cuerpo.

Sentirlo completamente era la gloria, cuando "terminamos" él se recargó en mí.. mirándome como casi nadie lo ha hecho, "Lo nuestro será pecado, me iré al infierno pero habrá valido la pena" dijo , yo solo sonreí .. él aún no controlaba su respiración, varias gotas de sudor recorrían su rostro, estaba agotado y yo igual, algunas gotas cayeron sobre mi pecho y no recuerdo en mi vida imagen más angelical que esa.

Esa noche.. la habitación se inundó de pasión, romance y muuuucha adrenalina porque era nuestra primera vez sin escondernos, era nuestra primera vez sin temor a los ruidos, sin temor a la mirada de los demás, sin temor a muchas cosas la primera noche en que éramos libres y la mejor que jamás pudimos haber tenido.

No me contuve por no gemir, él tampoco lo hizo, generábamos ruido, no estabamos callados intentando contener la respiración, todo fluyo, cualquier ruido cualquier movimiento emanaba naturalmente de nuestro cuerpo que jamás se sintió tan liberado como esa noche estando juntos... estando solos y muy lejos de todos.

Lo hicimos más veces.. salimos a cenar como a la 1 am a unos tacos que estaban abiertos las 24 hrs del día, regresamos y de nuevo.

El baño, la cama king size, la alfombra... todo eso fue testigo de todo el amor que he profanado, junto con un deseo desmedido y así me sentí la persona más feliz sobre la faz de la tierra, durmiendo apenas 3 hrs jaja, caí muerta en sus brazos no me soltó toda la noche yo caí rendida pero muy muy feliz.

Cosas que pasaron.. y que no se repetirán, pero son recuerdos que jamás se olvidarán!

Goodbye my lover...

lunes, 17 de noviembre de 2008

Introducción:

Sé que probablemente todos harán un relato erotico real, algo que hayan vivido en carne propia, una experiencia de su vida. Pero mis experiencias siempre han sido vulgares, sin sentido, aburridas, comunes, desabridas, sin chiste, simplemente algo que no vale la pena escribir. Quisiera poder contar algo mejor que el hecho de conocer a una chava en un antro, meterme al baño con ella y fornicar, aún sin saber su nombre, quisiera poder tener una historia romantica, con velas, y flores, quisiera siquiera haber amado a alguna de las mujeres con quienes he compartido una relación, pero la verdad es que no. Por eso los dejo con un relato, que más alla de ser real, es algo que salió de mi imaginación, tratando de describir de una interesante manera, algo tan cotidiano como es el sexo, el desamor, las pasiones, etc.




Primera Parte:

-Viniste hasta aqui a buscarme- sus palabras flotaban en el aire con una mezcla de confusión y lastima


-Creeme- le dije con un ligero temblor en la voz- que nunca nadie te ha amado como yo.
En un instante por el cual atravecé por mil sensasiones diferentes y ella parecía tener mil pensamientos distintos, me dijó:
-Ya no te quiero-

Qué pasaba? por qué todo parecía tan irreal?
El viaje, la emoción, mis planes futuros, todo parecía ahora tan estupido. En un segundo todas mis esperanzas se desvanecieron y no hubo ni un recuerdo de mis ilusiones del pasado. Toda esa distancia recorrida solo para verla, con la ilusión de un "quizá", de un "que pasaría". La situación tuvo un limite y fue cuando ella tomó mi mano suavemente con lagrimas en los ojos como pidiendome perdón, pero no era su culpa; y ofreció llevarme.


-No, no importa... - le respondí aun con la voz quebrada y la mirada hacia el piso- puedo llegar sola..

Esa ultima mirada que le dirigí no estaba llena de ira, ni de odio, ni siquiera de resentimiento por su rechazo, sino de una profunda tristeza, melancolía y resignación. Sabía que había hecho todo lo posible por un amor, que a la postre, resultaba imposible, ya no tenía dudas de que la indiferencia de ella no era por orgullo, sino porque ya no me quería, y en realidad nunca había sentido un amor verdadero por mi. El cariño guardado era muestra del pasado y memorias provocadas por melodias tristes. Ahora sólo quedaba mirar hacia adelante, bendiciendola por las buenos recuerdos y por ser la dueña de mi primer amor fallido y mi primer corazón roto.
Tal vez habría más.




Segunda Parte

-Espera- me dijo y tomó mi hombro


-Qué hay que esperar?- dije- yo ya no espero nada..

-Puedo darte una despedida, algo más, no quiero dejarte ir así

Con su mirada me convenció, aunque no tenía que hacerlo, no era cuestión de convencer o no, era el hecho de que yo quería pasar cada segundo de mi vida a su lado, y si podía extender el tiempo de esa noche al quedarme con ella, lo haría.
Llegamos al hotel donde me hospede, no era un hotel muy lindo, no tenía servicio al cuarto, ni vista romantica, era más bien de paso. Era así como quería yo que fuera?
Comenzamos a besarnos como nunca imaginé, el ambiente era vulgar, triste, de acuerdo a las circunstancias. Absorbí su boca, bese su pecho, acaricie su vientre, tomé todo de ella. Estaba ahí, para mi, una vez solamente, la unica y ultima vez. Era mia.


Mis manos encontraron camino a los lugares más magnificos y maravillosos de su cuerpo, temblaba con cada movimiento de mi parte. No había palabras elocuentes ni frases de amor, solo acciones perfidas, y las reacciones en su vientre al contacto de mi boca, su cara fascinada.
Recorrí con mi boca los lugares que estoy segura ni ella misma conocía, sentí palpitar su corazón y vibrar sus piernas, besé su vientre de nuevo. Al final no pudo soportar y se dejo vencer por un orgasmo. Lo hicimos dos veces, me entregue al calor que su cuerpo me ofrecía y envuelta en sudor, saliva y fluidos, sentí por un momento desaparecer del mundo, como si no estuviera ahí, pero dispuesta a darle todo mi ser.

Quedamos acostadas, me dió el ultimo beso, una caricia por lastima, y una mirada vulgar de compasión.