Lo conocí un mes antes de entrar a la maestría. Lo ví y dije para mis adentros “pfff, hasta que conozco a alguien de estas carreras que es guapo” y sí, es muy guapo. El primer día de clases se sentó a mí lado, la verdad fue algo extraño puesto que el resto del grupo se portó distante conmigo. Dos hipótesis llegaron a mi mente: o le gusté a este chico, o le urge una amiga, o peor, las dos en conjunto, lo cual suele ser una molestia.
Comenzó a acompañarme a todos lados, incluso, cuando se trataba de los lugares más lejanos. La verdad me caía bien, pero algo me incomodaba: esa sensación de no saber bien a bien qué quería de mí, además en esa época yo tenía novio y ¡oh, Dios!, sería incapaz de ponerle el cuerno. Aún así, nos llevábamos muy bien y la relación amistosa iba viento en popa.
Cierto día le dije “voy a ir al FCE”; él me contestó “te acompaño”. No recuerdo por qué pero ese día quería estar sola y yo, para desanimarlo le dije: “pero voy a ir caminando”; él respondió: “no importa, voy contigo”. Pta, en ese momento sentí que la sangre se me iba hasta los talones y mientras platicábamos rumbo al Fondo comencé a pensar en todas las posibilidades: ¿cómo le digo que no me gusta? ¿o sí me gusta? ¿engaño a mi novio? Y la verdad es que le puse muy poca atención a lo que él decía.
Justo antes de llegar empezó la plática sobre “perversiones” y yo aseguré que él y yo eramos los más inocentes del grupo. Me volteó a ver, agarró su morral y me dijo: “no sabes NADA”. Inmediatamente imaginé a todo mi grupo en una orgía en la cual me involucraba y era realmente asqueroso el asunto. Brrrrg. Dos segundos después del shock de su afirmación, me detuvo a media calle y yo ya estaba lista para decirle que no a todas sus intenciones románticas cuando me lo soltó, ahí, sin mayor remordimiento y sin mayor colchoncito: “soy gay”.
La verdad es que siempre he sido tolerante al asunto gay, mucho, y de hecho comparto la alegría de poder expresar la sexualidad, pero júrolo que yo tenía otra concepción de lo que era estar “en ambiente”. Me imaginaba el mundo homosexual muy hollywoodense, lleno de rosa, arcoíris, musicales y chicos esculturales y guapos (snif, envidiosos) y sobretodo, conocedores de la moda y la música.
Él tardó en convencerme aproximadamente dos horas porque yo insistía que era una broma de mal gusto, una novatada. Cuando caí en cuenta que todo iba en serio, le pedí disculpas por no creerle, le aseguré guardar el secreto mientras él quisiera y lo ví expresar, por primera vez, de manera física su sexualidad, es decir, se “amaneró” ligeramente.
Cuando me despedí sentí que había descubierto todo un nuevo mundo y eso que no conversamos mucho más. Él me acompañó en mis peores momentos de depresión y yo traté de estar ahí fungiendo de novia falsa en un momento, de guardia de seguridad en otros, de clementina en algunos y de amiga en todo el tiempo que estuve con él y que me quede de vida.
Descubrí su “ambiente” o “mundo” que no tiene nada de diferente al mío, porque ¡ja!, resulta que es el mismo. Por dicha razón, desde entonces soy activa participante en todo aquello que signifique la reivindicación de los derechos de los homosexuales.
Si bien yo jamás les discriminé, tener a este chico a mi lado me permitió conocerles bien. Lo admiro porque tuvo el valor de decir a su familia quien era, mientras yo he ocultado a mis novios por miedo a un regaño. Le admiro porque tuvo el gusto de vivir con su novio desafiando una de las sociedades más conservadoras mientras yo aún no puedo lidiar con mi supuesta libertad sexual. Le amo porque ha sido más hombre conmigo que muchos con los que me he acostado. Le quiero, porque a pesar de que no sabe nada de moda, no me maquilla y me ha dado los peores consejos para vestirme, es quien más me ha arropado y me ha entendido más como persona eliminando las etiquetas de género.
Por eso agradezco en serio, que en vez de que me haya confesado amor alguno, me haya declarado su verdadera persona.
Comenzó a acompañarme a todos lados, incluso, cuando se trataba de los lugares más lejanos. La verdad me caía bien, pero algo me incomodaba: esa sensación de no saber bien a bien qué quería de mí, además en esa época yo tenía novio y ¡oh, Dios!, sería incapaz de ponerle el cuerno. Aún así, nos llevábamos muy bien y la relación amistosa iba viento en popa.
Cierto día le dije “voy a ir al FCE”; él me contestó “te acompaño”. No recuerdo por qué pero ese día quería estar sola y yo, para desanimarlo le dije: “pero voy a ir caminando”; él respondió: “no importa, voy contigo”. Pta, en ese momento sentí que la sangre se me iba hasta los talones y mientras platicábamos rumbo al Fondo comencé a pensar en todas las posibilidades: ¿cómo le digo que no me gusta? ¿o sí me gusta? ¿engaño a mi novio? Y la verdad es que le puse muy poca atención a lo que él decía.
Justo antes de llegar empezó la plática sobre “perversiones” y yo aseguré que él y yo eramos los más inocentes del grupo. Me volteó a ver, agarró su morral y me dijo: “no sabes NADA”. Inmediatamente imaginé a todo mi grupo en una orgía en la cual me involucraba y era realmente asqueroso el asunto. Brrrrg. Dos segundos después del shock de su afirmación, me detuvo a media calle y yo ya estaba lista para decirle que no a todas sus intenciones románticas cuando me lo soltó, ahí, sin mayor remordimiento y sin mayor colchoncito: “soy gay”.
La verdad es que siempre he sido tolerante al asunto gay, mucho, y de hecho comparto la alegría de poder expresar la sexualidad, pero júrolo que yo tenía otra concepción de lo que era estar “en ambiente”. Me imaginaba el mundo homosexual muy hollywoodense, lleno de rosa, arcoíris, musicales y chicos esculturales y guapos (snif, envidiosos) y sobretodo, conocedores de la moda y la música.
Él tardó en convencerme aproximadamente dos horas porque yo insistía que era una broma de mal gusto, una novatada. Cuando caí en cuenta que todo iba en serio, le pedí disculpas por no creerle, le aseguré guardar el secreto mientras él quisiera y lo ví expresar, por primera vez, de manera física su sexualidad, es decir, se “amaneró” ligeramente.
Cuando me despedí sentí que había descubierto todo un nuevo mundo y eso que no conversamos mucho más. Él me acompañó en mis peores momentos de depresión y yo traté de estar ahí fungiendo de novia falsa en un momento, de guardia de seguridad en otros, de clementina en algunos y de amiga en todo el tiempo que estuve con él y que me quede de vida.
Descubrí su “ambiente” o “mundo” que no tiene nada de diferente al mío, porque ¡ja!, resulta que es el mismo. Por dicha razón, desde entonces soy activa participante en todo aquello que signifique la reivindicación de los derechos de los homosexuales.
Si bien yo jamás les discriminé, tener a este chico a mi lado me permitió conocerles bien. Lo admiro porque tuvo el valor de decir a su familia quien era, mientras yo he ocultado a mis novios por miedo a un regaño. Le admiro porque tuvo el gusto de vivir con su novio desafiando una de las sociedades más conservadoras mientras yo aún no puedo lidiar con mi supuesta libertad sexual. Le amo porque ha sido más hombre conmigo que muchos con los que me he acostado. Le quiero, porque a pesar de que no sabe nada de moda, no me maquilla y me ha dado los peores consejos para vestirme, es quien más me ha arropado y me ha entendido más como persona eliminando las etiquetas de género.
Por eso agradezco en serio, que en vez de que me haya confesado amor alguno, me haya declarado su verdadera persona.
10 comentarios:
ge zeta dijo...
Es que no por ser gay cumple el estereotipo. Yo soy bien fachoso siempre.
Es bueno que hayas encontrado a alguien así. Alguna vez posteé algo similar.
Saludos y gracias por el post. Muy bueno.
27 de febrero de 2009, 17:14
Anónimo dijo...
Me encanta el blog <3<3
27 de febrero de 2009, 17:24
El Pinche Megah dijo...
Maravillosa entrada, excelente relato, magnífica prueba, no pude haber leido algo mejor en este día, a mi también me encanta tener amigos gay, como los hay en la escuela y convivir con ellos sabiendo que ante todo son mis amigos.
27 de febrero de 2009, 17:36
Kathya dijo...
awwwwwwwwwwwwwww!!!!!
*seudonima se para aplaudiendo emotivamente*
no manches pues que chido, yo tambien siempre he querido un amigo gay pero no se me ha hecho =(
27 de febrero de 2009, 17:38
Brryanda dijo...
que bonito
el penultimo parrafo
es muy emotivo...
me pone sensible
:)
27 de febrero de 2009, 18:47
Jorge dijo...
Casi chillo
28 de febrero de 2009, 11:03
Xavysaurio dijo...
Pues sabes que ya tienes otro ñ_ñ.
Ahora dejémonos de tonterias y presentanos =D.
1 de marzo de 2009, 0:04
Leliel dijo...
Su comment del amigo desconocido de arriba roquea XD (no es cierto X@VY)
Que padre relato. Me paro y me uno al aplauso de la multitud frente a ti. A mi me paso mas o menos lo mismo, solo que el era gay y creo que yo le gustaba y ademas, siempre me queria desvestir y yo le pegaba con mi bolsita, por lo que no podria definirlo asi como amistad.
...en realidad mi historia parece del canal de las estrellas asi que no eran para nada parecidos :'(
3 de marzo de 2009, 23:17
Anónimo dijo...
T_T algunos se quedaron en ... talves chillo, ok, si termine chillando y casi vienen a ver q me pasaba
mas q si fuera gay o no, es un gran amigo, una gran persona, y un buen hombre .. >.> xq no hay mas personas asi
3 de marzo de 2009, 23:39
Xellif dijo...
señorita tazy nunca crei que la fuera a encontrar por estos rumbos y me da felicidad, digo ahorita me estoy actualizando leyendo casi todas las entradas y que gusto encontrarla por aca, se le quiere y ya sabe que ya tiene otro amigay jeje
13 de marzo de 2009, 20:17
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