Misoginia Culturalizada

miércoles, 10 de marzo de 2010

Espero no me regañen por publicar dos post en un día, pero les quiero compartir este artículo que hice por El día internacional de la mujer.

Misoginia Culturalizada

A la mujer se le ha silenciado de una manera sistemática en los estudios relacionados con la historia, y en aquellos relacionados con el alfabetismo y la cultura escrita, con el fácil pretexto de la ausencia de fuentes.

Detesto aquel feminismo de corte superficial esgrimido por pseudo intelectuales cuyo desarrollo se establece mediante una pueril guerra de sexos, aunque sólo discurra en el ámbito de la epistemología. No obstante, me alzo en cólera ante la evidente misoginia que padecen, todavía, la cultura, la filosofía y el lenguaje en nuestros días. Es vergonzoso que el pensamiento de un filósofo, por el mero hecho de ser varón, se le atribuya un alcance universal, mientras que el pensamiento de una filósofa, por el hecho innato de ser mujer, se le defina – salvo contadas excepciones – como propio de mujeres.

Parecía natural que el término hombre englobara el género humano, pero mi cerrazón se ha desvelado al hallar un severo problema lingüístico ante el que no había deparado: la dificultad de expresar lo femenino como sujeto. Es sabido que el término hombre engloba todo el género humano, mientras que el término mujer refiere sólo a uno de los sexos de dicho género. Esta norma gramatical por la cual lo masculino subsume a lo femenino conlleva serias dificultades para la correcta expresión lingüística.

Estos ejemplos de discriminación, quizás vulnerables o incluso deshonrosos para el académico, contribuyen, no obstante, a la discriminación sexual. Ciertamente deberán acordar que la dificultad de que un sujeto femenino encarne lo universal en el terreno del lenguaje supone algo más que la distinción o separación de lo masculino y lo femenino. Negar que la experiencia existencial femenina alcance en el lenguaje, contenido universal, expresa que la vivencia de la mujer es insignificante en relación a la vivencia del hombre cuyo ámbito engloba a ambos géneros.

Esta dicotomía entre la cultura hecha por hombres y la cultura hecha por mujeres la arrastramos desde el siglo XIX cuando se habla de cultura de élite hecha por hombres y cultura de masas, en la que se incluye la cultura hecha por o para la mujer. Ciertamente ya sólo un inculto sostiene que una autora escribe o bien novela rosa o bien intenta emular a los hombres. Pero a pesar de ello aún se sigue menos valorando la cultura hecha por mujeres a causa de esa reminiscencia de que lo femenino expresa la particularidad y no engloba la generalidad del ser humano, como si ocurre con lo masculino.

Quizás ha llegado la hora de una reforma del lenguaje, no obstante es una necesidad que requiere un esfuerzo intelectual mucho más profundo que el que pretende armar nuestra famosa ministra de igualdad, que reduce la cuestión al ámbito meramente sexual.


3 comentarios:

Dama Bizarra dijo...

Me gustó muxo tu texto. Concuerdo en que en ocasiones es detestable el feminismo que tu describes, aunque pienso que el feminismo radical (ejemplo Valerie Solanas) ha tenido que ser necesario, es un signo de cólera, un primer grito de guerra para alertar a las mujeres de que el mundo está mal...aunque las cosas se lleven al extremo.



Anónimo dijo...

A veces pareciera que la perspectiva de género fuera cosa de mujeres.
El otro día platicábamos sobre el asunto este de los macrobuses y los trenes con líneas "rosas" exclusivas para las mujeres, como si esta separación fuera sana, pero está la contraparte de los machos que se la viven en el disfrute del arrimón de camarón o agarre-chichis-nalgas, ¿qué haces, volteas y les dices, a ver, vamos a dialogar y llegar a un punto en el que no me toques?
Cuando el sólo hecho de ver un día como este nos dé risa, y no desde el punto de vista 'pinches viejas hasta su día tienen', sino como algo que es totalmente innecesario y fuera de contexto, será aquel día en el que respetemos nuestras diferencias pero asumamos que tenemos la misma valía. Que no hay cosas de mujeres y cosas de hombres, salvo la menstruación... creo.
Y así.



Anónimo dijo...

para ser iguales no se necesita un dìa, una lìnea rosa, usar pantalones sino trabajar en el mismo oficio y ser respetadas sin necesidad de hacer marchas ni desfiles. todos debemos cambiar nuestra manera de clasificar a todo el mundo para tratar de ser iguales ante la sociedad.