Del amor erótico y la homosexualidad

Erich Fromm dijo en El arte de amar:

La polaridad masculino-femenina es también la base de la creatividad interpersonal. Ello se evidencia biológicamente en el hecho de que la unión del esperma y el óvulo constituyen la base para el nacimiento de un niño. Y la situación es la misma en el dominio puramente psíquico; en el amor entre hombre y mujer, cada uno vuelve a nacer. (La desviación homosexual es un fracaso en el logro de esa unión polarizada, y por eso el homosexual sufre el dolor de la separatidad nunca resuelta, fracaso que comparte, sin embargo, con el heterosexual corriente que no puede amar.)

Fromm,Erich, El arte de amar, México, Paidos 2004, pág. 41

Yo discrepo con Fromm. Creo en algún tipo de dolor que crea una separatidad –término acuñado por el mismo Fromm que refiere al estado de separación entre uno y los demás- continua. El mismo Fromm se pone trabas más adelante cuando habla de los objetos amorosos y dice del amor erótico: es “El anhelo de fusión completa, de unión con una única otra persona. Por su propia naturaleza, es exclusivo y no universal; es también quizá la forma de amor más engañosa que existe.” (Ibid. Pag. 58) Entonces, ¿qué sucede si el objeto de ese anhelo de fusión resulta ser una persona de nuestro mismo sexo? El amor erótico, diferido de la sensación explosiva y eufórica del enamoramiento, se rige por la construcción de bases donde se van derribando barreras que separan los estados mentales de las dos partidas. Es decir, el amor erótico no es sólo la atracción física y sexual entre dos personas, sino la unión física, emocional e intelectual de dos personas –más no de sus genéticas.

Fromm hace un rotundo fallo cuando intenta, en primera instancia, decir que la homosexualidad es una aberración basando sus argumentos indirectamente en la supervivencia de la especie para luego contradecirse y decir que el amor erótico es el intento de unión total con la otra persona. No podemos aclamar que ambos argumentos se pueden complementar. Si el humano en el fondo desea la preservación de la especie, cada relación amorosa erótica tiene como función dar progenie y sólo eso –velado de una manera u otra con el sentimentalismo de tener un ser cuyo origen sea la mezcla de dos. Por otra parte, si el amor erótico no debe estar basado simplemente en la explosión sensual e intento de acercarse y ser uno con una persona de una manera fallida, no podemos tampoco decir que una relación sexual con la pareja amada es sólo en base biológica e instintiva. Entonces Fromm, sin saberlo, ha también dicho que el amor erótico es un anhelo que no respeta sexo.

En la preferencia sexual, uno elige por gusto, y este gusto tiende a regir las decisiones de elección de pareja y objeto amoroso de índole erótica. Uno busca esa fusión tanto física como espiritual y emocional con su contraparte. Si esta contraparte es de nuestro mismo sexo o de sexo opuesto, no importa, puesto que el anhelo es no estar aislado del mundo, sino sentirse completado y en comunión con alguien vivo en todos los sentidos. No es el sexo de nuestra pareja el rigente de la satisfacción del deseo de no ser un ente aislado de lo demás, sino la persona elegida en sí.

Me parece incongruente de parte de Fromm intentar mantener estas dos posturas. Sus razones las desconozco. Sin embargo me parece correcto decir los aciertos –pues no todo es malo, así como tampoco todo es bueno. Creo bastante acertado su definición de amor erótico así como también me parecen bastante acertadas algunas acervaciones manejadas en ese libro. Sin embargo, no puedo coincidir con él en su opinión ante el amor erótico y las relaciones sexuales diferentes a las de un hombre con una mujer. Esto es por una sencilla razón: Fromm está demasiado ligado a la época, y cree con fervor en el roles de género muy rígidos. No condeno a Fromm, pero me parece menester rescatar y reivindicar algunas cosas que no parecen crear un progreso, sino un retroceso en esta época.