on account of a cunt

ahí va.
la respuesta a esto, de hace unos días. o semanas, ya ni me acuerdo.

Una (que puede ser cualquiera) está sola. Y sabe que puede estar perfectamente bien así, sola.

Desde su soledad conveniente, se da cuenta de la cantidad de mensajes que a diario le avienta la sociedad, recordándole que las cosas son de a dos.

Oye, a veces contra su voluntad porque estar sola no implica tener mal gusto, un chingo de cancioncitas de amor. De amor feliz y tonto.

A Una (que puede ser cualquiera que tenga pelo chino) le encabrona que el amor sea reducido a frases trilladas y lugares comunes. Más cuando son frases e imágenes gastadísimas muy similares a las que Una ya escribió y cantó por todos lados cuando estuvo enamorada, cuando tuvo su amor feliz y tonto.

Una lo sabe, y por eso se avergüenza cada vez que se topa con una de esas frasecitas, felicidadcitas tontas en su blog, en su correo o en su mugre memoria, que nunca nunca nunca se ahoga, por más alcohol que le eche encima Una (que puede ser cualquiera que ame las xx).

En estos últimos casos, Una (que puede ser cualquiera que haya salido alguna vez con una tanga en la bolsa del pantalón) maldice a la pinche amnesia selectiva, que nomás elige actuar cuando tiene chance de poner en vergüenza a Una (que puede ser cualquiera con tendencias al ridículo).

Pero eso ya es desviarse del tema. Una escucha esas canciones, ve fotos de bodas donde todos están hermosos, todos son felices, todos están MEGAMAQUILLADOS, y piensa en cómo son las cosas en realidad, porque Una (que puede ser cualquiera con cara de babosa), por más cara de babosa que tenga, no lo es tanto y ha visto cómo son las relaciones en realidad.

Piensa en las consideraciones que tiene Una (que puede ser cualquiera que sea buenita y considerada con su pareja) que tener, piensa en que tiene que estar ahí, en que después de los tres meses o dos años o dos semanas o media hora que dure el enamoramiento hay que trabajarle para que el amor funcione. Que hay que estar negociando constantemente.

Piensa en que no puede hablar tan libremente de alguien que le guste, porque Una sabe que no por tener pareja le van a dejar de gustar las demás muchachas bonitas, pero también sabe que esas cosas no se dicen cuando se tiene pareja.

O sí, depende qué pareja sea.

10-4.

Una (que puede ser cualquiera que venda su tiempo) piensa en que qué hueva tener que adaptar sus horarios para ver lo más posible a este ser que cada vez le parece más mitológico llamado pareja.

Y no dejar de ver a sus amigos. Ni a su familia.

Ni los comics de A softer world.

Ni la nota roja del periódico.

Ni su twitter.

Una (que puede ser cualquiera que finja llamarse Lluvia) dice, y no miente cuando lo dice, que así como está, está bien: sola y con una independencia que no todo mundo puede disfrutar.

Sin embargo, Una, que puede ser cualquiera que lleve casi un año celibateando, Una, que puede ser cualquiera que valore más la piel y los abrazos tibios que la independencia, Una, que sobre todo puede ser cualquiera a la que le encanten las bitches que la maltratan, Una renunciaría a todo su bienestar on account of...

(de todos modos el bienestar y la soledad siempre se regeneran).